Impacta con tus acciones

Por Daniel Bartlett B.

Abogado y Máster en Derecho Urbanístico, Inmobiliario, de la Edificación y Construcción por la Universitat Pompeu Fabra (Barcelona, España). Diplomado en Derecho Administrativo y en Derecho e Inteligencia Artificial por la Facultad de Derecho de la Universidad Católica de Chile. Director de Educación Continua de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Chile.          

Todo está conectado… ni una cosa puede cambiar por sí misma

(Paul Hawken, ambientalista estadounidense, 1946)

El conocido “efecto mariposa”, vinculado a la teoría del caos que el matemático y meteorólogo estadounidense Edward Lorenz (1917-2008) postuló en la década de los setenta del siglo pasado, se ejemplifica de la siguiente manera: si en dos mundos o situaciones globales casi idénticos, en uno de ellos hubiera una mariposa aleteando, mientras que no en el otro, a largo plazo, los mundos con y sin mariposa acabarán siendo muy diferentes: en uno de ellos pudiera producirse a gran distancia un tornado, mientras que en el que no hubiera mariposa podría no suceder nada en absoluto.

Acordémonos de cómo supuestamente le vino a Isaac Newton (1643-1727) la inspiración para formular con posterioridad la ley de la gravedad. Si diéramos por cierta esa historia -pues se dice que en realidad no es más que una leyenda- ¿qué habría pasado si el científico no se hubiera acomodado a la sombra de un manzano y no le hubiera caído la manzana, para de ahí formular la archiconocida ley? La verdad es que no lo sabemos, pues más allá de la certeza sobre esa anécdota, sí que, fruto de nuestras experiencias empíricas, podemos llegar a un consenso en que en la vida hay oportunidades, instancias y momentos en los que, según lo que hagamos, según a quién contactemos en un momento determinado, según el designio de nuestros propósitos, podemos generar cambios -más o menos significativos- no sólo en y para nosotros, sino también en y para otros.

Una importante enseñanza que podemos sacar de las leyes de la dialéctica -y esto viene a confluir con lo reflexionado hasta ahora- es que todos y todo estamos(está) conectado(s) en el universo, por lo que todo lo que hagamos tiene un impacto.

En efecto, aunque no lo creamos, tenemos la capacidad de cambiar el mundo con nuestras acciones conscientes o inconscientes, por lo que éstas tienen un impacto. Algunos ejemplos de lo anterior son los siguientes:

  1. Navegando por la red, encuentras un artículo o columna que pudiera interesar a un amigo. Ese amigo lo recibe, te lo agradece, y meses más tarde ese aporte acaba siendo la inspiración para abrir su empresa.
  2. Cada día procuras bajar a tomar un café en la sala de ocio de tu empresa y tienes la oportunidad de conversar con tal o cual persona, de la que puede salir una gran colaboración en algún proyecto, una conversación interesante, o bien alguna solución a algún problema que te tenía amargado/a, y sí, en este último caso da la casualidad de que sólo esa persona podía darte la solución al ser la única que había pasado por algo similar en tu entorno.
  3. En la calle encuentras un gatito perdido. No habiendo nadie que lo reclame, decides darle cobijo en tu casa. Al cabo de un tiempo, pasas por una enorme depresión ,y aunque vives solo/a, ese gatito que un día decidiste acoger bajo tu techo acaba siendo un gran apoyo emocional para superar tu crisis personal.
  4. Una amiga te presenta a una persona y te pide si le puedes echar una mano difundiendo entre tus contactos su currículum para conseguir trabajo. No te viene nadie a la cabeza hasta que, transcurridos unos días, mientras escuchas la canción “Daniel” de Elton John, te acuerdas de que conoces a una persona con el mismo nombre de la famosa pieza musical y que buscaba gente con el perfil y formación de la persona que te presentan para su modesta pyme: decides ponerlos en contacto. Esta persona entra en la empresa y, al cabo de un tiempo, la empresa duplica sus ventas gracias a la intervención de la persona que te presentaron. Ahí no sólo conseguiste el agradecimiento de tres personas (tu amiga, la persona que te presentaron y tu conocido), sino que también generaste una oportunidad para que una empresa de tamaño familiar prosperase.
  5. En la crianza de uno de tus hijos/as decides poner toda la carne en el asador por él o ella dado que ama el arte, crees en su potencialidad como artista contra lo que tu entorno te recomienda según sus creencias o visiones de la realidad: “que estudie algo con lo que se gane la vida”. Prosigues en brindarle apoyo, pese a lo que tu entorno parece aconsejarte y, al cabo de unos años, él o ella se convierte en uno de los artistas más conocidos del planeta.
  6. Cualquier formación que tomes, sea formal o informal, o cualquier información que leas, busques o proceses, puede llevarte a resultados insospechados.

Podría seguir dando ejemplos, pero prefiero invitar a la persona que ahora se encuentre leyendo esta columna (tema que me vino a la cabeza a raíz de unas cuentas acciones que llevé a cabo en los últimos meses), que dé rienda suelta a su imaginación y que vea de qué forma puede cambiar positivamente su mundo y el mundo de quienes lo rodean desde ahora mismo. ¡A ver qué impactos se producen después de leer esto!

Al igual que, como reza un principio de la economía, el conocimiento es el único bien que al compartirlo, aumenta, ser generador de oportunidades para nosotros o para quienes nos rodean, desear el bien de nuestras gentes, potenciarlas, etc. nos lleva a un mundo mejor y, sobre la base de nuestras pequeñas o grandes acciones, siempre que estén bien intencionadas, podemos promover cambios positivos y poderosos.