Abogada y mamá en el 2020

Por Macarena Topali.

Abogada por la Universidad de los Andes. Magíster en Derecho de la Empresa por la misma casa de estudios. Abogada del estudio jurídico Corral y García Abogados, donde se desempeña en las áreas de Derecho Corporativo y Arbitrajes.

En sus inicios comencé con un simple: “abogada y mamá en tiempos de pandemia”, pero… ¿cómo dejar de lado todos los sucesos que nos marcaron?

Solo remontémonos a inicios de este año, “El año” que no termina nunca, que cada inicio de semana es un mirar hacia adelante y pensar ¿qué va a pasar esta semana?

Y en ese lapso intentando descifrar que será de mi vida y la de mi familia, una avalancha de ideas atormenta mi cabeza con pensamientos como : “espero a que el profesor de música no se le ocurra una nueva tarea de metalófono”, “ojalá esta semana no sea la que le van a enseñar a mi hija la letra “x”, creo las neuronas y la paciencia no darán abasto…” Cuento con la mano libre el plazo que me queda para presentar la apelación, y hago memoria tratando de recordar si quedé de presentar aquella demanda esta semana o la próxima, mientras se me llenan los ojos de lágrimas al ver el canasto de la ropa limpia lleno y hago cálculos de las horas del día que me quedan, es el minuto de tomar la decisión ¿plancho ahora o espero que los niños se duerman?

Este es el año de las madres, donde muchas nos hemos cuestionado la profesión. Recuerdo cuantas veces me dije: “debí haber sido pediatra”, para así poder terminar definitivamente con las incansables horas al doctor de los niños. Este año deseché definitivamente esa idea y la reemplacé por: “debí haber sido parvularia o profesora”, quizás así hubiese tenido las herramientas necesarias para poder enseñarle de una mejor manera a mis hijos, así quizás hubiese podido cultivar mi paciencia, porque realmente es admirable esa paciencia inmensurable que tienen para enseñar, y siempre tener una sonrisa en la cara mientras te dicen “se portó excelente hoy día”, cuando sabes que eso es prácticamente imposible.

Cuantas veces no los miré los 3 mientras tiraban los juguetes por el balcón y me dije ¿en qué estaba pensando? Dios sólo me dio 2 manos…

Luego recapacito y me doy cuenta de que ninguno me sobra. Muy por el contrario, ese amor infinito que tenemos las madres de mirarlos y darnos cuenta que te llenan cada espacio, que no existe un vacío si los tienes a tu lado…

Pero al escuchar un estruendoso grito, te reincorporas rápidamente a la realidad y te das cuenta que en ese lapso de 20 segundos el chico le pegó al más grande y tratas de poner algo de control, mientras el jefe te llama para ver como va el presupuesto que tienes que presentar en 20 minutos.

Es admirable el trabajo que hemos hecho las madres este año, como no sacarnos el sombrero por cada una de las que hasta el minuto hemos sobrevivido a este 2020, un año bien ajetreado para no decir más: iniciamos el año con las marcadas imágenes de fuego, eso es lo que tus hijos perciben, gritos, descontento, fuego. Y esas son las conversaciones difíciles, donde te preguntas si psicología hubiese sido mejor carrera para estudiar y así poderles explicar de una manera correcta y adecuada qué es lo que está sucediendo… logras llegar a un relato armónico y disminuyen las preguntas de actualidad, te sientes algo más tranquila, hasta que llega el gran enemigo y escuchas por primera vez el nombre CORONAVIRUS. Te sientas y piensas cómo afrontar  esta conversación y explicarles de una vez  lo que está sucediendo, en qué consiste el  virus, no puedes ser muy técnica, solo basta con pensar  que la mayor  tiene tan solo 7 años, es mejor dejar de lado el engorroso tema de diferenciar el virus con la bacteria, o esas locuras que leíste de que todo es una conspiración… y enfocarse en lo que van a entender “sopita de murciélago”.

Bien, ya tienes listo el origen de lo que sucede, hasta que llega una palabra igual o más terrible que la anterior: Cuarentena. Te sientas en el borde de la cama con la mirada perdida y comienzas a planificar tus días, encerrada en un departamento con 3 niños, sin poder salir ni a botar la basura. Como mamá, no sé cuál de estas situaciones ha sido peor. Luego te enfrentas a lo que pensaste que era lo mejor que te podría haber pasado: “teletrabajo”, donde rápidamente  te das cuenta que es un arma de doble filo…

Es recién día miércoles, suena el despertador a las 6:00 am. Tienes solo 2 horas y media para ordenar, hacer aseo, cocinar el almuerzo, levantar y vestir a los  niños antes que se desate el infierno, comienzan las clases online, las tareas y el tratar de controlar a la guagua de 1 año que se te trepa por tu cabeza mientras tratas de concentrarte en los fundamentos de derecho de tu demanda, suena el teléfono, el cliente quiere saber cómo vas, ya es muy tarde… el infierno está desatado y te encierras en el baño a tratar de contestar con tu mejor “todo en orden, estamos casi”…si tan solo pudiera verte…

Este es el año de las madres, donde todas nos hemos convertido en enfermeras, psicólogas, parvularias, profesoras y tantas otras profesiones, sin dejar de lado que somos abogadas y que en algún momento de nuestras vidas, estuvimos caminando con nuestros tacos y las uñas pintadas, creyéndonos dueñas del mundo sin pensar en lo que este 2020 nos depararía, pero hay que ser agradecidas, aún seguimos trabajando y tenemos salud. “Este año cambiare el auto” me dije en algún momento y hoy solo digo “este año simplemente sobreviviré…”