Deadpool y su teoría de la justicia

Ignacio_Castro_PQNPor Benito Ignacio Castro Pinto.

Estudiante de 2° año Facultad de Derecho U. Finis Terrae. Participante del taller de Lecturas Guiadas del profesor J. Ignacio Núñez Leiva.
 
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El concepto del héroe es tan antiguo como la humanidad misma. Siempre ha existido su figura como símbolo del bien, de aquellos valores eternos que cada sociedad acoge. Ejemplos hay bastantes, desde Gilgamesh de la cultura Asirio-Caldea, que buscaba la inmortalidad; el sabio Mwindo, de la tradición del Congo, que podía ver el futuro y destruir el mal; el valiente Don Quijote, que a pesar de su vejez defendía los más altos valores; hasta el Chapulín Colorado, que acudía al auxilio tanto en situaciones cotidianas como en problemas de talla cósmica.

Los héroes como personajes son una especie extraña de ser, pues tienen un pie en la fantasía y otro en la realidad, dado que existen en el ámbito emocional y valórico de las personas, siendo realmente conmovedor ver lo profundo que penetran en su corazón y el fuerte lazo afectivo que mantienen con ellos, como los recuerdos de niñez.

Ser Superman, Sailor Moon o el Hombre Araña, poder vencer el mal y sentirse un ser maravilloso, eso hace a los héroes símbolos de valores abstractos, pero tan reales como lo más concreto, pues se verifican en el carácter y el obrar noble, que el ser humano es capaz de alcanzar.

Por otro lado, Deadpool -personaje de comics caracterizado por ser un asesino sin piedad, con una actitud socarrona- es conceptualizado como villano, pero se le denomina “héroe” debido a su popularidad. Esto es un error, porque su motivación no es hacer justicia, sino más bien es el placer de matar. Con esto no pretendemos insinuar que sea un mal personaje, lo cuestionable es catalogarlo como héroe, pues no nos llama la atención que Deadpool alcance su máxima popularidad particularmente en un tiempo como éste, marcado por el individualismo.

El individualismo es ausencia de comunidad, lo que implica la desaparición de lazos afectivos, de apoyo emocional y de referentes morales positivos surgidos de este amor comunitario, lo que genera una gran angustia e inestabilidad emocional que, a su vez, engendra violencia irracional. Explosiones de ésta se aprecian en el alarmante aumento en la crueldad del abuso escolar, que ha llegado a matanzas generalizadas o el incremento del suicidio.

Otro ejemplo de error en la concepción del “héroe” es el que ocurre con el narcotraficante, quien pasa a convertirse en una suerte de “héroe”, pues su ceguera al valor ontológico de la persona es considerada como “valentía”, siendo que en realidad se necesita más valor para hacer lo correcto que para hacer lo incorrecto, recalcando que esto no sólo comprende lo ilegal. Por ejemplo, hay gente muy violenta que agrede a través de comentarios que aparentan sinceridad, pero que esconden un ataque al ser, siendo alzados como “héroes” de los medios. Son los “sin filtro”, los “frontales”, que se justifican en una falsa idea de “sinceridad”, pues la sinceridad verdadera implica tacto, asertividad, interés por el otro, desearle el bien y respetar sus sentimientos.

Pero en el individualismo el “otro” no existe o se lo considera sólo como enemigo. Siguiendo la máxima de “la supervivencia del más fuerte” notamos así como los conceptos de la teoría de la evolución, que si bien es de carácter biológico, influyó en el comportamiento social.

Esto que hemos analizado nos muestra lo acertado de la reflexión de la celebrada saga de Batman “El largo Halloween”, donde se aprecia que la violencia está transitando de la violencia organizada a una desorganizada que no responde a móviles tradicionales, donde luchan todos contra todos, potenciado por el sistema económico y educativo, sumado a la violencia organizada que recluta a estas personas o se aprovechan de ellos como una masa de rencores individuales que siguen discursos agresivos.

Probablemente llegue el punto en que la violencia desorganizada sea mayor que la organizada, lo cual puede hacer que los estados se conviertan en estados policiales, que sacrifiquen libertad por seguridad, pero ya es bien sabido que la violencia sólo genera más violencia. La única forma de evitarlo es volver a la comunidad, aquella trama de relaciones donde todos se protegen y se aman. Esto es difícil, porque es de muy larga data el adoctrinamiento individualista, pero es necesario empezar a actuar ahora, crear vínculos, vencer el mal con el bien, por eso hay que alzar como héroes tanto ficticios como reales aquellos que tengan una conducta basada profundamente en el amor.

Esa es nuestra misión, incentivar tanto a niños como a adultos a pensar independientemente y enseñarles que se es más feliz haciendo lo correcto. Esto es lo que debemos hacer: volver a ser héroes, ser héroes de verdad.