- Francisco Cárdenas, presidente del Colegio de Abogados de Magallanes, fue uno de los fundadores de este cuerpo colegiado en Punta Arenas y rápidamente ingresó a su directorio, ejerciendo en varias ocasiones la presidencia. Desde ese cargo, su énfasis se ha centrado en resguardar la ética de los abogados, con el objetivo de prestigiar la profesión.
Texto: Miguel Ángel Cruz, director editorial de LWYR.
Imágenes: José Miguel Cárdenas C.[divider]
Su padre le inculcó desde pequeño que las ciudades chicas no crecen, porque los que salen a estudiar no vuelven y así no aportan. Con esa idea en mente, el actual presidente del Colegio de Abogados de Magallanes, Francisco Cárdenas, resolvió volver a su tierra natal una vez que recibió su título de abogado en la Pontificia Universidad Católica de Chile.
“Amo mi profesión y mi Magallanes. Nunca me he arrepentido de ello”, dice con la certeza que le dan los 31 años de desempeño profesional en el extremo austral de Chile.
De su época de estudiante recién llegado a la capital recuerda con cariño la siguiente anécdota. “Nunca había viajado a Santiago y, además, era bastante despistado. Yo estaba en el departamento de una tía en la Villa Olímpica y para regresar desde el centro (Moneda) debía tomar la micro Manuel Montt-Cerrillos. Pregunté y me dijeron: tómala donde está la Torre Entel. Cansado al final del día, me subí, me quedé dormido y me despertaron diciéndome debía bajarme y estaba lleno de aviones. Era el aeropuerto de Cerrillos. ¡Estaba en el otro extremo de mi destino! Había tomado la micro donde estaba la Torre Entel, pero debí haberla tomado al frente. ¡Nunca más me equivoqué!
– ¿Cuál es su mejor recuerdo de la universidad?
– Cuando mi padre, que tampoco había viajado a Santiago, me fue a visitar en primavera estando yo en cuarto año. Le mostré gran parte del Campus Oriente, donde yo estudiaba. Conoció algunos de mis compañeros y caminamos juntos muchas veces. También vimos la parada militar, viajamos a Viña, cocinamos y nos divertimos, y entre medio de todo esto yo tenía que estudiar. Falleció a los 50 años cuando yo llevaba solo 12 días de recibido, pero estaba feliz.
– ¿Nunca pensó en quedarse en Santiago a ejercer como abogado?
– Siempre me fui pensando en volver. Para mí la tierra era como la película Lo que el viento se llevó, “mi Tara”, mi fuerza y, más aún, mi padre siempre decía que las ciudades chicas no crecen porque los que estudian no vuelven y así no aportan. Yo volví y llevo 31 años ejerciendo y amando mi profesión y mi Magallanes. Nunca me he arrepentido de ello.
– ¿El interés gremial cuando surge?
– Desde que me recibí me interesó lo gremial. Fui de los fundadores del Colegio en Punta Arenas. Y, rápidamente, ingresé al directorio y en varias ocasiones he sido presidente. Hubo una época que se pretendió politizar el colegio, pero por fortuna primó lo gremial. Me interesaba la ética de los abogados, su resguardo, la mirada seria del profesional, prestigiar la profesión. Siempre escuché chistes y los seguiremos escuchando sobre temas negativos de los abogados.
– ¿Qué opina de la proliferación y masificación de la enseñanza del Derecho? ¿Cuál es la realidad de los alumnos egresados de la Universidad de Magallanes?
– No estoy en contra que se creen escuelas de Derecho, en la medida que cumplan altos estándares de calidad en los profesores y exigencias a los alumnos, que permitan tener profesionales serios, debidamente entrenados y capaces de hacer frente a la realidad actual de mayor especialización y de permanente cambio.
Al año se reciben más de 2.500 abogados. ¡Es una cantidad enorme para el número de habitantes de este país! Si bien es bueno existan más alternativas de profesionales abogados, también trae muchas consecuencias complicadas, desde que un porcentaje no menor no tiene la calidad adecuada, está mal preparado o –lo que es común de apreciar¬¬– se transgreden groseramente las más mínimas reglas éticas, con tal de captar clientes y, aún más, la atención es deficiente.
En cuanto a la realidad de los alumnos egresados de la Universidad de Magallanes, ésta aún no es fácil de dimensionar, por cuanto no hace muchos años que han empezado a salir las primeras generaciones. A quienes he podido conocer, me han dejado una buena impresión.
– ¿Es suficiente el control ético de la profesión por medio de los Colegios Profesionales o considera que se hacen necesarias otras medidas?
– Hay que partir señalando que en nuestro país no existe la colegiatura obligatoria. El D.L 3.621 de 1981 transformó los colegios profesionales en meras asociaciones gremiales. Ingresa el que quiere. Antes de la Constitución de 1980, la afiliación era obligatoria. Luego, teniendo presente lo antes dicho respecto a la proliferación de abogados, la consecuencia es que no es posible regular la conducta ética de los no asociados y, de aquellos que lo son, la máxima sanción es la expulsión del colegio frente a infracciones a la ética.
La mayoría de los reclamos que se reciben son en contra de abogados no asociados y, luego, cualquier reclamo en contra de ellos debe hacerse ante los tribunales, sin que se visualice posibilidades reales de sanción.
Muchos abogados, de preferencia jóvenes, pero no siempre, desconocen totalmente lo que es un código de ética y creen que la actividad se regula por las reglas del mercado o simplemente realizan conductas graves antiéticas.
Desde el año 2009 se encuentra en trámite un proyecto sobre Colegios Profesionales, que no parece ser del interés de los legisladores, y el que al menos establecía la posibilidad de crear tribunales especiales para sancionar a los no afiliados. Me parece necesario que los Colegios tengan mayor poder de regulación y sanción, y a todas luces es necesario establecer mecanismos de sanción a los no asociados.
– ¿Alguna preferencia si estuviera en el sector público?
– No me veo en el sector público. Toda mi vida la he desarrollado en el sector privado. En todo caso, he sido abogado integrante de la Corte de Apelaciones de Punta Arenas y, si bien desarrollar una actividad como juez y como ministro fue muy interesante, mi vocación no va por ese lado. Me gusta ser abogado de ejercicio libre. Esa ha sido mi vocación y me gusta mucho.
– Si tuviera que destacar un paisaje, un panorama y una comida de la Región de Magallanes, ¿cómo sorprendería a una visita?
– Si la visita tiene tiempo creo que un gran panorama, sin duda, es ir a conocer las Torres del Paine, que hoy están categorizadas como la Octava Maravilla del mundo, pues son maravillosas. Allí se puede encontrar una belleza escénica única, con hermosos paisajes y una fauna encantadora, que incluye avestruces, zorros, guanacos y aves muy diversas, entre otros. También se puede apreciar ventisqueros como el Grey.
Si ello no fuera posible, en nuestra ciudad se deleitaría con ver un amanecer en el Estrecho de Magallanes, saliendo el sol del lado del mar y, si hay suerte, podría divertirse viendo a nuestras Toninas, que adornan el mar frente a unos lobos marinos que las observan sobre unas boyas.
Como comida de la Región de Magallanes, sin duda, un exquisito asado al palo, con los agregados pertinentes y un muy buen vino tinto.
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FICHA TÉCNICA
Nombre: Francisco Javier Cárdenas Mansilla.
Universidad en la que estudió: Pontificia Universidad Católica de Chile.
Área de ejercicio profesional: Ejercicio libre ya 31 años. Penal, asesorías y litigios.
Ramo preferido en la Universidad: Derecho Penal.
Profesor que más recuerde: Enrique Cury Urzúa.
Una abogada que admire: Marisol Peña Torres, presidenta del Tribunal Constitucional
¿Marihuana legal?: Sí.
¿Matrimonio igualitario o APV?: APV hoy y, con el tiempo, igualitario.
¿Asamblea Constituyente o Reformas a la Constitución?: Asamblea constituyente.[/box]
