Dos abogadas destacan en la academia

  • Carmen Luz Parra y María Eugenia Montt conversan con LWYR acerca del esquivo reconocimiento de la academia hacia las abogadas mujeres. Sin embargo, ambas representan a ese segmento de profesionales que ha logrado destacar en ese ámbito.

Texto: Christian Vidal Beros, director general de LWYR.

Imágenes: Andrés Cabezas, para LWYR.

 

En un ambiente marcadamente masculino, y donde a las mujeres les ha costado mucho el reconocimiento y la visualización de su trabajo, entrevistamos a dos destacadas abogadas y académicas que se han abierto paso y reconocimiento en un área esquiva a las mujeres: la academia.

Una de ellas es la profesora de Derecho Constitucional, la Dra. Carmen Luz Parra. Ella es una de las pocas decanas de Derecho en nuestro país y, para imprimir un sello de género a su gestión, instauró el Premio Matilde Throup, en honor a la primera abogada de Chile y América Latina.

Y qué mejor que comenzar esta tradición premiando a una reconocida abogada, académica y formadora de generaciones de abogados, como es la profesora de Derecho del Trabajo, María Eugenia Montt.

En esta entrevista, ambas hablan de Derecho, trabajo, feminismo y reconocimiento. Y, por cierto, las dos tienen muchos proyectos pendientes, de los cuales se explayan con LWYR.

Carmen Luz Parra

– ¿Cómo surge la idea de instaurar el Premio Matilde Throup?

– Esta iniciativa surge en el contexto de la agenda de género impulsada desde la  Universidad Pedro de Valdivia, acogiendo el deseo del movimiento feminista de volver más visibles a otras mujeres. Así decidimos crear este reconocimiento anual, tomando como modelo inspirado a quien fuera la primera mujer en recibir el título de abogada en América Latina, la chilena Matilde Throup (en 1890).

– ¿Qué razones motivaron la elección de la profesora Montt como primera distinguida con este galardón?

– Creo que estamos ante una mujer con muchos talentos profesionales, pero que se ha distinguido a lo largo de su trayectoria por una calidad humana notable. Académica por más de 43 años en la Universidad de Chile, distinguida abogada integrante durante 25 años en las Corte Suprema y en las Cortes de apelaciones de Santiago y de San Miguel. Formadora de muchas generaciones de nuevos abogados(as), además de su innegable aporte al derecho laboral chileno.

– ¿Considera que este premio obedece a que usted es una de las pocas mujeres que ejercen como Decana al frente de una Facultad de Derecho?

– Considero que este premio es nuestra pequeña contribución al objetivo de la equidad de género, propio de aquellas instituciones y sociedades que desean avanzar hacia un desarrollo verdaderamente sostenible.

El hecho de ser mujer y ocupar un cargo de decana, es todavía un hecho excepcional en nuestra realidad. Lo que deseo que deje de ocurrir, para que sea considerado algo habitual en un ambiente donde hombres y mujeres podamos acceder con igualdad de oportunidades, eliminando así las brechas existentes.

– ¿Qué desafíos tiene para este año como decana de una Facultad pequeña, como la Universidad Pedro de Valdivia?

– Dentro de nuestros desafíos institucionales, se encuentra avanzar hacia una pronta acreditación, necesaria en una sociedad cada vez más exigente con los proyectos educativos.

A nivel de Facultad, estamos empeñados en consolidar nuestra enseñanza de pre grado, a través de un política de acompañamiento al estudiante, avanzando hacia la generación de un observatorio integrado por investigadores, que se hacen cargo de la realidad nacional y regional, de cada una de nuestras sedes, promoviendo estudios que den cuenta del medio en el cual esta Universidad está inserta, con una mirada pluralista e inclusiva.

María Eugenia Montt

– ¿Qué siente al haber sido reconocida como la primera galardonada con un premio que lleva el nombre de la primera mujer titulada de abogada en Chile?

– Un gran orgullo, agradecimiento y satisfacción.

Orgullo por el hecho que, a través de mi trabajo académico y profesional, se reconozca que las mujeres tenemos las capacidades y características suficientes para desempeñarnos en toda las áreas que esta hermosa carrera que elegimos nos entrega, y en un alto nivel de satisfacción, debiendo compartir nuestro tiempo, energía y habilidades con todas las otras funciones que la vida nos exige.

Agradecimiento dado que, habiendo tantas mujeres con mejores características y de real relevancia en su vida profesional, se haya pensado en mi persona.

Y satisfacción por haber tenido siempre presente los consejos que mi padre me dio cuando ingresé a estudiar derecho: “estudie para servir a quienes lo necesitan, solidarice con las ideas y movimientos justos y destierre de su mente la soberbia, que es uno de los pecados que no permiten ver la realidad”.

– ¿A qué razones cree usted, que siendo muchas las abogadas que se dedican a la docencia universitaria, hayan tan pocas decanas al mando de Facultades de Derecho?

– Creo que hay dos razones fundamentales. La primera es de raigambre histórica, ya que se ha requerido de mucho tiempo y evolución para que se concluyera que el ser humano es uno solo con la misma inteligencia, capacidad, habilidades y fuerza, y que la distinción sólo dice relación con el género para perpetuación de la especie. Así, a partir de la emancipación, se permitió que la mujer demostrara que en nada difería del hombre que, aunque lentamente, se ha aceptado y reconocido que la diferencia de sexo no es impedimento para que hombres y mujeres realicen y desempeñen las mismas actividades.

La segunda razón, desde mi punto de vista y muy relacionada con la anterior, se sustenta en la teoría basada en que el trabajo del hombre era el más importante, fuerte, protector, conquistador de territorio, libertades y tantos otros, mientras que la mujer tenía solo que estar en casa generando y cuidando hijos y dedicada a las labores domésticas. Dichas circunstancias fueron quedando en el pasado, hace bastante tiempo, y solo en los últimos años han empezado a desaparecer, gracias a la evolución y la diferente calidad de vida actual.

– Lo anterior es bastante similar en puestos de importancia en el Poder Judicial, instituciones públicas o la política. ¿Cree en la teoría del “techo de cristal”?

Equipo UPV.

– No creo que sea una teoría, solo la veo como una inequidad pronta a desaparecer, ya que los cambios generados en los últimos tiempos demuestran que la mujer tiene las mismas capacidades y, si bien puede reconocerse que el acceso a los cargos pudiera verse limitado para ellas, solo se debe a circunstancias formales que no tienen relación y que no alteran sus características, habilidades, dedicación, perseverancia, responsabilidad y tantas otras que le son propias.

– ¿Qué opina del movimiento feminista que ha salido a la calle a protestar por igualdad y derechos para las mujeres en el último año?

– Considero que es una consecuencia de lo señalado precedentemente y que es una vía mediante la cual las mujeres lograrán una verdadera, equitativa y justa igualdad de derechos. Reitero, como seres humanos no debió nunca haber diferencia en el ejercicio de los derecho y el beneficio consecuente. Que el hecho que la función a cumplir y las obligaciones  de padres y madres fueran diferentes, ello no debió nunca haber alterado la igualdad de derechos. Lo que ha pasado es que la mujer, al ir avanzando lentamente, se ha liberado del sometimiento al hombre, es autosuficiente y ello sorprende y, en parte, preocupa al sexto opuesto.

 

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Preguntas cortas para Carmen Luz Parra

a) ¿Una profesora que la inspiró en la Universidad? Dora Mondaca Rosales, actual Ministra de la Corte de Apelaciones de San Miguel.

b) ¿Una abogada que admire en la actualidad? Admiro a todas las que ejercen con pasión esta profesión, y que no olvidan que el Derecho es una ciencia de carácter social, en la que a menudo nos vemos sometidos a conflictos éticos que nos recuerdan lo delicado de representar los asuntos de otros en un juicio.

c) ¿Dónde le gustaría estar en 10 años más? Soy una persona que prefiere vivir el aquí y el ahora. En consecuencia, evito proyectar realidades futuras. Deseo tener la capacidad de seguir haciendo lo que en verdad me gusta y de allanar el camino de las mujeres que vendrán. Entre ellas mi hija, que es mi principal inspiración.

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Preguntas cortas para María Eugenia Montt

a) ¿Una abogada a quien admire? Es una pregunta más que difícil, ya que en mis 45 años de docente, casi un cuarto de siglo desempeñando el cargo de abogado integrante, 18 años en el Banco del Estado, he conocido tantas mujeres abogadas que cometería una injusticia, inaceptable e  imperdonable, si nombro alguna y, si empezara a nombrar, requeriría mucho tiempo y espacio para nombrar a todas las son dignas de admiración.

b) ¿Lo mejor de ser mujer? Ser madre y ver crecer y desarrollarse a los hijos y nietos. Si ella se complementa con un desarrollo profesional u otra actividad que nos satisfaga, ya debemos sentirnos privilegiadas.

c) ¿Cómo le gustaría que la recuerden sus alumnos? Como me lo demuestran ahora, lo que constato en cada oportunidad en que me he encontrado con ellos, en diferentes lugares, tribunales, eventos académicos, sociales y otros;  como una mujer cariñosa, simple, amistosa, comprensiva y de buen carácter.

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