“La tecnología y los desafíos de hace 10 años difieren a lo que enfrentamos hoy. Y eso es lo que nos apasiona”

Quizás fue la cuarentena lo que llevó a las abogadas Paulina Silva y Javiera Sepúlveda a tomar cierta perspectiva de sus vidas profesionales y a decidir el rumbo que querían tomar, haciéndolas dueñas de su propio destino. “Es posible que este proceso de reflexión de pandemia simplemente haya acelerado la concreción de un sueño que se venía formando desde antes”, explican.

Entrevista: ed Comunicación Legal para LWYR.

Imágenes: BITLAW.

– ¿Es BITLAW un estudio jurídico de mujeres?

– BITLAW es hoy un estudio jurídico donde trabajamos solo abogadas, pero no porque aquello sea algo que planeamos o que nos defina. Considerando que también lo es mitad de la población, no es tan inusual que las tres seamos del mismo género. Dicho de otro modo, la imagen de una oficina de mujeres en un mercado tradicionalmente masculino es interesante y nos enorgullece, pero no es un elemento que define a Bitlaw en su esencia. Por ejemplo, decidimos integrar a María José como asociada porque es una profesional brillante; el hecho que sea mujer no inclinó ninguna balanza en la decisión. Vamos a estar felices de integrar hombres cuando crezcamos, lo que probablemente suceda más pronto de lo que pronosticamos inicialmente.

– Decidir dejar la “zona de confort” en un estudio grande para emprender un desafío solas. ¿En qué momento hicieron “click” para dar el paso?

– Hemos trabajado juntas por 10 años, por lo que sabíamos desde hace mucho tiempo que nuestros estilos para enfrentar todas las etapas del trabajo eran muy compatibles. Conocemos bien el ritmo, los impulsos y las fortalezas de cada una. Probablemente la cuarentena nos llevó a todos, casi sin excepción, a tomar cierta perspectiva de nuestra vida profesional, a mirarla con un poco más de distancia y a decidir en ese proceso con qué te quieres quedar y qué cosas ya es bueno cambiar.

Es posible que este proceso de reflexión de pandemia simplemente haya acelerado la concreción de un sueño que se venía formando desde antes, que tenía que ver con armar una oficina más pequeña, manejable, con el valor agregado de una alta especialización y sofisticación en servicios legales de tecnologías. Lo que nos impulsó a dar este salto ahora y no antes es el momento de ebullición en que está la demanda de servicios legales digitales. Una asesoría contractual civil o comercial general ya no es suficiente para una empresa cuyas relaciones giran cada vez más en torno a lo digital.

– Además del desafío personal propio, BITLAW se atreve con temas nuevos en el Derecho: Tecnologías, privacidad, e-commerce, ciberseguridad. ¿Cuál es la expertise de cada una y cómo se acercaron desde el ejercicio “tradicional” del Derecho a estos nuevos temas?

– Aunque en términos generales la nuestra sea un área de expertise emergente, nosotras hemos especializado nuestra práctica en estos temas por más de 10 años, y creemos que eso es el principal valor agregado que puede ofrecer Bitlaw. Desde nuestra oficina anterior estuvimos siempre enfocadas en temas de tecnologías y protección de datos, y ambas hicimos nuestro máster en derecho con especialización en tecnologías en la Universidad de Melbourne, Australia.

Por supuesto que las tecnologías y los desafíos de hace 10 años no son los mismos que enfrentamos hoy, y eso es lo que nos apasiona de esta área, que mezcla conocimientos de otras disciplinas y te exige estar en una constante capacitación y aprendizaje para atender de buena manera las necesidades cambiantes de nuestros clientes.

– Visitar su web es un aire de respiro frente a decenas de páginas de estudios de abogados donde la gran mayoría de socios son hombres y donde destacadas abogadas están en “segunda fila”. ¿Qué tan potente es el “techo de cristal” en los estudios de abogados de Chile?

– Está presente, sin duda, aunque no es tan claro si es más que en otras profesiones. Creemos que siguen existiendo sesgos inconscientes, de los que nos consta que las oficinas están empezando a tratar de hacerse cargo. Pareciera importante que los estudios, en ese sentido, hagan un ejercicio de sinceridad interno para integrar medidas que tengan un resultado demostrable en términos de equidad. En el fondo, que puedan responder satisfactoriamente al “do you walk the talk”.

Adicionalmente hay un tema del que las mujeres de nuestra generación y grupo deben hacerse cargo, y es que no se puede impulsar la igualdad de oportunidades sólo bajo un aspecto, como es el género. La crítica al feminismo blanco, como se la ha llamado en EEUU, nos hace mucho sentido. Una integración justa en una sociedad como la chilena debería involucrar también una inclusión socioeconómica y racial. 

– Dentro de las áreas del Derecho donde han enfocado su práctica -y además en un tiempo pandémico donde la vida se ha “digitalizado”-, ¿qué desafíos y riesgos advierten para los conflictos jurídicos que se den en el mundo de las nuevas tecnologías?

– La transformación digital ha sido un aterrizaje forzoso que muchas empresas han debido enfrentar precisamente por causa de la pandemia. En ese contexto, hemos visto que el apuro o las urgencias a veces ha incentivado a que se omitan los resguardos legales que deben tomarse en este tipo de proyectos, desde la vereda de los proveedores de tecnología y desde la de los clientes o usuarios. Es muy importante que estos procesos, sobre todo cuando son de gran envergadura, vayan acompañados de contratos robustos y negociaciones que dejen a las partes en un mismo entendimiento y que eviten conflictos futuros que puedan terminar en soluciones que no satisfacen las expectativas de los clientes o en presupuestos desbordados y pérdidas económicas asumidas por los proveedores, si es que se trabajó sobre propuestas ambiguas o incompletas.

Desde ese punto de vista, creemos que el mayor desafío es implementar estos procesos con la responsabilidad que requieren y tomar los resguardos no solo desde un punto de vista contractual sino también normativo; muchos proyectos que involucran el procesamiento de datos por ejemplo, deben pasar por el test de cumplimiento de la regulación de privacidad, y es mucho mas costo eficiente hacerlo desde las etapas del diseño, que cuando ya nos enfrentamos a un producto en producción o peor aún, cuando ya se verifica una infracción legal y tenemos que reaccionar.