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“Wall street” de Oliver Stone (1987), el estilo de un hombre con poder

Nakousi y Soto - 2014 - Cine y casos de negocios

  • Este artículo fue publicado originalmente en “Cine y casos de negocios. Una mirada multidisciplinaria” de Moira Nakousi y Daniel Soto (edits.), Ril Editores-Universidad Adolfo Ibáñez, Santiago, páginas 55 a 61. 

Por Moira Nakousi, médico psiquiatra y psiquiatra clínica. Ex miembro del Consejo de Calificación Cinematográfica. Investigadora de la Universidad Adolfo Ibáñez. Chile. [email protected].

Por Daniel Soto, abogado especializado en políticas públicas de seguridad y derechos humanos. Profesor de la Academia de Ciencias Policiales y de la Escuela de Carabineros. Investigador de la Universidad Adolfo Ibáñez. Chile. [email protected].

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La película “Wall Street” de Oliver Stone (1987) relata el doloroso proceso de un joven agente de bolsa, Bud Fox (Charlie Sheen), que luego de rozar el éxito, descubre que el mundo que habita y los sueños que siempre había deseado alcanzar no son más que un fraude. Estéticamente, colaboran con esta sensación de falsedad los interiores estilizados, el diseño pulcro y adornado de los ambientes y objetos, las vestimentas y peinados ostentosos. Se da una curiosa ironía en torno a “Wall Street”, y es que si bien la película es una evidente denuncia a los excesos del Wall Street de la época, aun así permanece como la película preferida y prioritaria de aquellos que aspiran al éxito en el mundo financiero. Lo mismo ocurre con la figura de Gordon Gekko, que aunque ostenta el número 24 en la lista de los 50 villanos cinematográficos más grandes de todos los tiempos, ha sido idealizado y transformado en una especie de héroe, venerado e imitado por muchas de las personas que se mueven en este ámbito. En la película “Boiler Room” de Younger (2000), por ejemplo, se muestra a un grupo de jóvenes brókeres que, casi quince años después, “recitan” diálogos de su ídolo Gordon Gekko.

Stanley Weiser, quien coescribiera el guión junto a Oliver Stone, comenta que la idea básica del director era hacer una película en la línea de “Crimen y castigo” (la novela de Dostoievski de 1866) o “El Gran Gatsby” (la película de Clayton, 1974), es decir, una historia con una moraleja sobre las consecuencias de actuar de manera incorrecta, y que “nunca podría haber imaginado que este personaje y su grito de guerra se convertirían en parte de la conciencia pública, y que el mensaje central de ‘Wall Street’ —recuerden: va a la cárcel al final— sería tan incomprendido por muchos”.

También es llamativo la coincidencia de nombre con el Gekko Gecko, que es un tipo de lagarto que habita en selvas tropicales, reconocido por su carácter solitario y agresivo y por su habilidad de desprenderse de la cola cuando es atacado —el trozo desprendido permanece dando intensos movimientos por varios minutos, dando tiempo al Gekko para escapar—, para posteriormente regenerar una nueva. Las características del reptil recuerdan bastante la personalidad de su homónimo en la película.

El personaje de Gordon Gekko representa algunas de las características de la sociopatía o personalidad antisocial: posee encanto superficial y carisma; actúa con poder de convicción y emplea la coerción y la manipulación; carece de conciencia y es incapaz de sentir empatía, culpa o lealtad; funciona habitualmente mediante el engaño y el abuso; desprecia las reglas; y está centrado en sí mismo. Con los cambios organizacionales que ocurren en las empresas desde los años 70 en adelante, que llevaron a buscar crecimientos rápidos, mayor competitividad y menor burocracia en las compañías, estos individuos seductores, seguros, decididos y exitosos en sus carreras profesionales (fundamentalmente en lo económico), causaron sensación en las entrevistas de selección de personal, y aparecieron como los más capacitadas para liderar estos cambios. La premura por ganarles a los competidores originó la contratación rápida de estos “talentos” sin que se efectuaran evaluaciones más prolongadas en el tiempo, ocultándose así las características destructivas de personalidades con una elevada tendencia a involucrarse en delitos, especialmente desde posiciones de poder (características distintivas del “delito de cuello blanco”).

Gordon Gekko es típicamente un “white collar criminal”, un hombre de negocios prestigioso que ha adquirido una cuantiosa fortuna a lo largo de su carrera, en su caso, extrayendo secretos empresariales y comprando compañías a bajo precio que luego vende destruidas y con sus trabajadores en la calle. Precisamente para conseguir información confidencial cautiva al joven y ambicioso Bud Fox, quien la obtiene abusando de la confianza familiar, mediante el espionaje y recurriendo a los contactos de un antiguo amigo que se desempeña como abogado corporativo. “Buddy” se convierte así en discípulo del maestro Gekko y comienza a actuar en su representación utilizando la amplia plataforma de compañías que este dirige y supervisa, incluyendo el uso de cuentas extranjeras para disimular el origen espurio de las utilidades.

A todas luces, la mayoría de las actividades comerciales de Gekko son ilícitas. No obstante, la película tiene una posición ambivalente frente a su comportamiento. Por un lado, adopta una posición crítica hacia los delitos económicos, considerando que el personaje se inspira en Ivan Boesky, autor de la frase “Greed is all right, by the way” y quien fuera sentenciado en 1986, junto a su socio Martin Siegel, a tres años de cárcel y a una multa de US$ 100 millones por uso de información privilegiada. En este punto del argumento cinematográfico, no hay duda sobre el reproche a la trasgresión penal. Pero, por otro lado, “Wall Street” relativiza la valoración criminal del daño social que causan sus fechorías con un derroche visual que sugiere que personalidades exuberantes, como la de Gekko, merecerían de alguna manera, disfrutar de recompensas sofisticadas y lujosas.

El director, de hecho, no escatimó esfuerzos por crear un personaje atractivo y glamoroso y contrató a la diseñadora de vestuario Ellen Mirojnick, que ya había trabajado con Michael Douglas en “Atracción fatal” de Lyne (1987). Fue ella quien, a partir de los conceptos del diseñador Alan Flusser, inventó un nuevo estilo que encajaba con la imagen que se quería proyectar de Gordon Gekko, un personaje elegante, agresivo, implacable y completamente inmoral. Lo vistió con colores atrevidos, camisas de rayas verticales con fuertes contrastes entre cuellos y puños, y accesorios costosos como suspensores, corbatas y colleras, algo nada común en el mundo financiero de esa época, habituado a un estilo más convencional. Sin embargo, esta fue la moda que empezó a imperar en Wall Street tras la película. Mirojnick comenta que el secreto estuvo en la capacidad de seducción del personaje; sin que nadie lo esperara, el villano cobró ribetes heroicos y se convirtió en un ícono, así como su estilo se transformó en el estilo de vestir del hombre poderoso.

“Wall Street” es una película sobre negocios bursátiles, poder y ambición. Gordon Gekko, a pesar de ser un auténtico villano de película, seduce tanto a sus víctimas como los espectadores, a quienes envuelve con el oropel de sus éxitos, su glamour de casino de juegos y, fundamentalmente, con su voluntariosa y desenfadada postura triunfalista. Con estos artificios, Gekko convence y encubre, hasta hoy, su miedo al fracaso y sus engaños criminales.