Inteligencia artificial y nuevas tecnologías parte 2: El impacto medioambiental y ético desde el ámbito legal

Por Elisa María d’Aquin Lema.

Estudiante de quinto año de Derecho en la Universidad Adolfo Ibáñez. Hizo su práctica profesional en el Servicio Jesuita Migrante. Cofundadora del Preuniversitario Social Crece de la misma universidad. Parte de Visionarios UAI (formadores de líderes) y de Trabajos Voluntarios de su universidad.

Como he señalado en mi columna anterior, el avance de las tecnologías y el uso generalizado de la inteligencia artificial, puesta al servicio del ser humano y como centro de todas nuestras actividades diarias, es cada vez más común por parte de las industrias. Ellas las usan para mejorar sus modelos de negocios, como también para vender productos o servicios y que así sean novedosos.

Ahora bien, la crisis climática es conocida por todos[1], pero uno de los aspectos que es más desconocido relacionado con ésta es que la inteligencia artificial y el uso de las nuevas tecnologías tienen un gran impacto en el medio ambiente, así como también genera dilemas éticos de los que el derecho debiera hacerse cargo.

Efectivamente, hoy podemos pensar en la posibilidad de que robots programados por expertos puedan ayudar a médicos en las consultas, que los socios de un directorio puedan presentarse a las reuniones a través de un holograma o, incluso, en automóviles eléctricos inteligentes que se manejen solos mediante inteligencia artificial y el uso del machine learning que recolecta nuestra información personal y conoce nuestras preferencias en base a las rutinas diarias que tenemos.

Sin embargo, decimos que la inteligencia artificial tiene un impacto ambiental en el sentido de que los algoritmos utilizados por ese tipo de industrias gastan mucha energía para desarrollarlas, lo que se traduce en una gran cantidad de emisiones de carbono liberadas al medio ambiente y un aumento en la huella de carbono[2], que es la medida que se utiliza para evaluar el grado de contaminación medioambiental que se genera de manera individual o colectiva, a través de las industrias.

Ahora bien, Chile es uno de los países más comprometidos en contribuir al cumplimiento de los objetivos medioambientales de los ODS[3]propuestos por la ONU, ya que se han ratificado múltiples tratados internacionales para su cuidado, entre los que se encuentran el Protocolo de Kyoto, el acuerdo de París y acuerdos de cooperación entre países[4]. Sin embargo, considero que aún falta una regulación legal que limite la emisión de carbono al medioambiente, específicamente producido por tecnologías que utilicen inteligencia artificial por parte de las industrias, que son uno de los factores más relevantes cuando hablamos de contaminación y calentamiento global.

Así también debemos empezar a cuestionarnos cuáles son los límites éticos aceptables cuando hablamos del desarrollo de empresas sobre la base de la inteligencia artificial y todas las nuevas tecnologías, ya que se piensa que se podría, por ejemplo, llegar a clonar la voz para engañar a las personas[5], lo que podría traer aparejados problemas relacionados a los derechos de imagen, del manejo de datos personales que analicé anteriormente, problemas sociales y económicos -como el aumento del desempleo producto del reemplazo masivo de empleados por máquinas-, entre muchos otros ejemplos.

De hecho, Google reconoció haber generado más de 15 millones de toneladas de C02 en 2018. Incluso, cada interacción en redes sociales que realizamos produce una gran cantidad de huellas de carbono y, por lo tanto, aumenta la contaminación ambiental. Lo que se explica porque el desarrollo de internet está formado a través de cables y muchas redes a lo largo del mundo, cuya producción requiere gastar mucha energía, al igual que su funcionamiento.

En Chile, efectivamente contamos con una ley sobre el cuidado y la protección del medio ambiente, la cual corresponde a la Ley N° 19.300 sobre las Bases Generales del Medio Ambiente, que trata, en el título III: de la responsabilidad por daño ambiental, en sus artículos 51 a 63, las formas en las que se les atribuye la responsabilidad civil o penal en su caso, producida por un daño medioambiental que ocasiona una persona natural o jurídica.

Sin embargo, dudo mucho que esta ley se aplique para el daño producido por las empresas que liberan grandes concentraciones de carbono generado por la inteligencia artificial, porque lo más probable es que no se haya pensado en la posibilidad de que hubiese ni una remota relación entre tecnologías y contaminación, debido a que esta ley fue promulgada y publicada en abril de 1994.

Así como también respecto de la ética y la implementación generalizada de inteligencia artificial, el año 2018 la Unión Europea presentó un borrador donde se hace cargo de los problemas éticos y los principios en los que se quiere desarrollar la inteligencia artificial. Mientras que, en nuestro país, en el año 2021 recién pasado el Ministerio de Ciencias publicó la primera política nacional de inteligencia artificial que se deberá seguir durante los próximos 10 años.

El problema es que son solo principios y planteamiento de objetivos, tales como el fomento de éste y el apoyo a la investigación y el desarrollo, pero seguimos sin una legislación que contemple una regulación legal en cuanto a las implicancias medioambientales y limitaciones éticas que esta trae consigo. Por lo tanto, quiero poner sobre la mesa la necesidad de formular y promulgar una modificación a la Ley sobre las Bases Generales del Medio Ambiente que contemple estos aspectos, o bien se cree una ley específicamente sobre el uso de inteligencia artificial y sus consecuencias, incluyendo las antes nombradas.

Es un tema medianamente nuevo, pero como la realidad siempre alcanza al derecho, nos urge una regulación que se preocupe de amparar estos ámbitos, tal como lo han estado haciendo la Unión Europea y otros países.

Es una realidad el hecho de que muchas empresas se están preocupando de medir la huella de carbono que generan utilizando la inteligencia artificial a su favor, lo que nos demuestra que incluso esta situación se puede revertir y usar la inteligencia artificial como medio para limitar la contaminación ambiental que generan las empresas. Se señala que los casos de uso de IA incluyen la mejora de la eficiencia energética, la reducción de la dependencia de los combustibles y optimización de los procesos para ayudar a la productividad[6]. Es solo una cuestión de prioridades de las empresas y voluntad para implementarlo como uno de los objetivos de éstas.

Por eso, considero que es bastante positivo el apoyo que se le ha otorgado al desarrollo empresarial y, sobre todo, el desarrollo y la investigación científica en los últimos años en nuestro país, porque esto significa que estamos o intentamos estar a la vanguardia en relación con otros países desarrollados, aprovechando los beneficios que trae aparejadas las nuevas tecnologías y la innovación en general.

Pero no es suficiente la legislación que tenemos para cubrir estos temas que recién se están comenzando a explorar y sistematizar en un texto normativo. Hay que reforzar los incentivos mediante políticas públicas y también mediante una modificación a la legislación, para que las empresas busquen cumplir metas de reducción de emisiones de carbono al medio ambiente y disminuir su huella de carbono, utilizando las tecnologías como un gran aliado para lograrlo.


[1] Espíndola, César & Valderrama, José. (2016). AbaniCO2: Un Método Simple y Efectivo para la Toma de Decisiones sobre la Adopción de la Huella del Carbono en la Gestión Sustentable de Emisiones en las Empresas. Universidad de la Serena, facultad de ingeniería. La Serena, Chile. Recuperado de: httpss://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0718-07642016000300005&script=sci_arttext&tlng=enConsultado: 28/11/2022. 

[2] Samaniego, Juan. Nobbot. Un click en Google, 12 gramos de C02: así es la huella de carbono de la tecnología.España. Recuperado de: httpss://www.nobbot.com/futuro/huella-de-carbono-de-la-tecnologia/. Consultado: 28/11/2022.

[3] Organización de las Naciones Unidas. Objetivos de desarrollo sostenible. Recuperado de: httpss://www.un.org/sustainabledevelopment/es/objetivos-de-desarrollo-sostenible/ Consultado: 28/11/2022.

[4] Searle Soler, Juan Pedro. Revista mensaje, vol. 56, N°559. Impacto económico del cambio climático: Chile debe estar alerta. Universidad Alberto Hurtado. Recuperado de:  chrome-extension://efaidnbmnnnibpcajpcglclefindmkaj/httpss://repositorio.uahurtado.cl/static/pages/docs/2007/n559_46.pdf. Consultado: 28/11/2022.

[5] Pachón Díaz, Marta & Aguiar, Alberto. Business Insider. Voces clonadas y máquinas que conversan: así son los desafíos éticos y legales de los robots que confundiremos con seres humanos por teléfono. Recuperado de: httpss://www.businessinsider.es/desafios-eticos-legales-ia-confundiremos-humanos-818639. Consultado: 28/11/2022.

[6] El periódico de la energía.La inteligencia artificial reducirá las emisiones de gases de efecto invernadero en un 16 % en los próximos 3-5 años. España.Recuperado de: httpss://elperiodicodelaenergia.com/la-inteligencia-artificial-reducira-las-emisiones-de-gases-de-efecto-invernadero-en-un-16-en-los-proximos-3-5-anos/. Consultado: 29/11/2022.