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Las difusas líneas entre creación y copia en el caso Blurred Lines

Jorge AlzamoraPor Jorge Alzamora C.

Bachiller en Ciencias Sociales y Humanidades, y abogado de la Pontificia Universidad Católica. Estudió un LLM en Derecho y Tecnologias en la Universidad de Ottawa, en Canadá, donde se especializó en propiedad intelectual e innovación. Ocupó diversos cargos en el Instituto Nacional de Propiedad Industrial, fue Director de Gestión en I+D+i en el Instituto de Innovación en Minería y Metalurgia (IM2), filial de Codelco; fue abogado en transferencia tecnológica en el estudio Albagli & Zaliasnik, y consultor en la empresa Foresight Science & Technology. Actualmente es Jefe de la Unidad de Modernización del Estado y Gobierno Digital del Ministerio Secretaria General de la Presidencia. También es director creativo de LWYR.

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Hace un par de veranos boreales comenzó a sonar en las radios de Estados Unidos y de todo el mundo la canción “Blurred lines”, la que -acompañada por un provocador video en dos versiones- se transformó en un éxito. Los motivos de este triunfo pueden ser múltiples. Pudo ser la producción de Pharrel Williams, acostumbrado en los últimos años a estar entre los n°1 con las canciones “Get Lucky” o “Happy”. Pudo ser la interpretación de Robin Thicke, quien a sus 38 años estaba jugado por hacerse de una canción que le hiciera merecer el título de rockstar. Pudo ser la composición de Pharrel y Thicke, quienes dieron vida a una canción pegajosa, provocativa y con reminiscencias a la música de Marvin Gaye.

Sin embargo, de acuerdo a los herederos de este último artista y el sello Bridgeport, «Blurred lines» no sólo se basa o toma elementos rítmicos de las composiciones de Gaye, sino que es una copia de las canciones “Got to Give It Up” y «Sexy ways».

Ante esta acusación, en agosto de 2013, Williams y Thicke asumen que la mejor defensa es el ataque y presentan una acción legal ante el Tribunal del Distrito Central de California para que sea el Tribunal quien dirima si existe infracción al derecho de autor de Gaye y determine la originalidad de la canción. De hecho, los demandantes señalan expresamente que la canción «Blurred lines» es un homenaje a la obra de Gaye y que se basa en el ritmo, no sólo de las canciones específicas de Gaye, sino que rememoran una era, pero que las canciones son rigurosamente distintas en aquellos aspectos que la ley de copyright y su interpretación judicial ha determinado como bienes jurídicamente tutelados, que son la letra y la música especifica (no así el ritmo o el “como suena”).

Para algunos comentaristas la estrategia fue errónea, porque trató de comparar la extensa obra de un artista consagrado con la de un Robin Thicke, quien cuenta con más detractores que admiradores, no sólo por la calidad de su obra musical sino por el sexismo de su propuesta artística. Sin embargo, los mismos análisis señalan que la canción cuestionada no infringe el copyright porque ni la partitura, ni la letra, son copia de las canciones de Gaye.

A pesar de esto, hace un par de semanas la Corte de Distrito de Los Angeles dictó una sentencia contra Williams y Thicke, que los condena a pagar U$ 7,4 millones por infracción a los derechos de autor de los herederos de Gaye. Según los hijos de fallecido artista, a través de un comunicado publicado en Rolling Stone, su padre hubiera actuado de la misma manera, vigilando el cumplimiento de los derechos de autor y reconociendo el crédito cuando corresponde.

Sin embargo, el problema -como lo plantean algunos medios– es que este veredicto modifica la concepción de copyright en relación a los “tributos” entre artistas o basarse en un ritmo que pueda sonar similar al de canciones existentes, introduciendo un elemento nuevo a la compleja relación entre novedad y copia existente en las industrias creativas.

Lo que es seguro es que este caso no ha concluido. El abogado de Williams y Thicke, Howard E. King, señaló que es un “deber moral de los compositores alrededor del mundo que este veredicto sea revocado” y que será apelado por cuanto afecta el desarrollo de la industria musical.