
Por María Alejandra Mancebo.
Consultora de empresas trasnacional. Feminista y cofundadora de Cata Jurídica con Tacones (Venezuela).
Instagram: @maria_alejandra_mancebo_2 y @catajuridicacontacones. Linkedin: @Maria Alejandra Mancebo. Correo: malalamarialejandra18@gmail.com.
«Los hombres, sus derechos y nada más;
las mujeres, sus derechos y nada menos».
Susan B. Anthony
Ser mujer es, sin duda, un acto de valentía y la conquista de nuestros derechos son un ejemplo de ello, pues estos no han sido otorgados por un poder político, sino que deviene del resultado del rol como líder de las mujeres.
De acuerdo con lo manifiesto, la historia está cargada de representaciones de la tenacidad de mujeres que fueron rechazadas por ser consideradas inferiores. Pero, de forma paradójica, ha sido el accionar de estas mujeres, su lucha y entrega, su valentía, lo que con el tiempo se ha transformado en una conquista de reconocimientos de nuestros derechos, que en la actualidad pretende normalizarse. No obstante, la historia es ejemplo de lo que se nos han negado por el simple hecho de ser mujer.
Siendo así, la cultura y valores nos ha tildado como seres vulnerables, pero las mujeres -al igual que los hombres- tenemos las mismas necesidades y metas. Por lo tanto, la rediviva intención de ser reconocidas. Lo descrito demanda la necesidad de suscitar cambios legislativos para mejorar nuestros escenarios. Tal afirmación nos permite indagar si ¿a lo largo de la historia de la humanidad, las mujeres han recibido un trato desigual en relación con los hombres?
Y la respuesta es que no, no ha sido fácil, sino más bien el esfuerzo de actos de valentía de muchas mujeres el que hoy se nos reconozca… Y debo confesar que aún falta camino por recorrer. Ante esa afirmación es menester no olvidar que las propias normas fundadas en la filosofía griega y romana han puesto a la mujer como inferior a los hombres. Ahora bien, tal desigualdad no sólo es en el área jurídica, pero si es de acotar que es en ella donde se visualiza una fuente inagotable de discriminación y abuso, por lo que significó uno de los principales motivos de lucha por nuestros derechos y con ello ser visibilizadas.
Es que, pese a que sabemos que los Derechos Humanos son innatos y congénitos, universales, absolutos, necesarios, inalienables, inviolables, imprescriptible su concepción y aplicación, es sin duda un concepto que evoluciona con las épocas y los acontecimientos…. Al tenor de lo narrado, esa lucha de las mujeres por hacer valer sus derechos es ejemplo de valentía y deviene desde siglos atrás. Y, si bien hoy en día podemos decir que las mujeres contamos con los mismos derechos que los hombres, aun se permea una deuda social, no saldada.
Pudiera el lector no compartir esa afirmación. Sin embargo, lo que no puede negar es que el reconocimiento de los derechos de las mujeres son nuestra conquista. Sin duda, un acto de gallardía.
Para poder entender lo descrito, la episteme se las muestro en el Movimiento Feminista que, más allá de las concepciones ontológica, son fruto de las reflexiones de un grupo de mujeres que en los principios del siglo XIX plantearon como meta que «el sexo no debía excluir a ningún ser humano de nada que se considere un bien, ni de nada que se considere un derecho” (Maqueda, 2010) Conforme a ello nace la incógnita ¿si los hechos cambiaron la historia de los Derechos de la Mujer?
Con un simple recorrido se debe destacar en el año 1776 la Declaración de los Derechos de Virginia, Estados Unidos; y en 1789 Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, fruto de la Revolución Francesa. En ninguno de estos documentos se incluyó a las mujeres.
Tal supuesto nos permite referenciar una muestra, tal como el accionar como líder que buscar transformar la historia en la mujer. Fue en 1793, cuando Olympe de Gouges fue ejecutada por mantener que las mujeres tenían derechos de ciudadanía. Un acto valiente que cambió la historia y sus ideas quedaron plasmadas en la célebre Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana de 1791. Y ya nada fue igual. La mujer conquistó y así la historia sería testigo de ello. Se sumaron otros hechos, muchas mujeres y se avanzó… Y un 8 de marzo de 1908, diversas mujeres se ofrendaron en ese incendio en una fábrica textil en Nueva York, ellas se habían arrinconado para apelar a iguales derechos laborales que los hombres. Sí… la valentía de la mujer permitió el surgimiento a la celebración del día internacional de la Mujer. Un dolor… Un derecho: La conquista, la valentía de la mujer.
Ahora bien, la valentía de la mujer no quedo allí, sino que optó por el reconocimiento de sus derechos, lo que vale reflexionar sobre los derechos humanos de las mujeres ¿También son derechos humanos? Ese paradigma de lo humano omitió nuestra manera de sentir, pensar, luchar y vivir del sexo femenino, que representa la otra parte de la humanidad. Y, como consecuencia, la aplicación «selectiva» de los derechos humanos, desde el lenguaje, las ideas, valores, costumbres y hábitos, todo fundado en una referencia a la masculina.
Ello fue superado gracias a la valentía de las mujeres que cambiaron la concepción de los derechos humanos por medio de la «perspectiva de género», y este liderazgo se representó en la lucha contra las leyes y las políticas que no mostraban las insuficiencias, deseos y demandas de las mujeres, al no tomar en cuenta sus especificidades.
Sin embargo, la realidad dista de haberse logrado. Eso nos hace inferir que aún queda un largo camino por recorrer para obtener de manera real y efectiva nuestra posición como líderes que transformamos, no para ser diferentes, sino que -desde nuestro género- lograr la igualdad tan deseada.
En consonancia con esta visión, este ensayo permite interpretar que la valentía de las mujeres nos hace estar presentes para continuar conquistando con nuestro hacer y sentir de valientes.