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La sociedad de la información y del conocimiento en la digitalizada del siglo XXI

Por David Terán Guerra.

Abogado venezolano especializado en juicios de alto impacto. Docente Universitario. Conferencista y Articulista. Linkedin: David Terán Guerra. Instagram: @teranguerra1. Threads: @teranguerra1. X: @teranguerra1. Correo: teranguerra@gmail.com

El mundo y la economía cambiaron para siempre en la era digital. Estamos participando en el surgimiento de una nueva era para la raza humana. La tecnología es el vehículo, el lugar común donde se construye el nuevo entramado social de las generaciones del siglo XXI.  Bajo esta tesitura, el software y las obras del ingenio se transformaron en herramientas indispensables, bases fundamentales para el surgimiento y construcción de la sociedad de la información y del conocimiento.

El nuevo orden económico exige la intervención del Estado para garantizar la protección legal de la propiedad privada, el saber y sus manifestaciones intelectuales.  Especialmente es necesario la defensa del software como expresión del conocimiento, porque es la llave imprescindible para el acceso e interconexión mundial a la información, a la comunicación, a la economía. Es imposible imaginarnos una sociedad moderna, ni el desarrollo, sin asegurar el empleo de programas de cómputo, el acceso estable al servicio de Internet y cualquier otro medio tecnológico que conecte a la economía, la comunidad mundial o al trabajo remoto.

Hoy, sin lugar a duda, es trascendental la seguridad de los sistemas de cómputo, las bases de datos y las obras del ingenio. Podría afirmar, sin temor a equivocarme, que son la piedra angular del desarrollo mundial actual y del futuro. Por ejemplo, si una estructura de producción no comercializa sus bienes y servicios en la red, tiene poco futuro. Así, una economía saludable requiere de garantías legales y protección para evitar el caos. De manera que, promover la propiedad intelectual y la integridad de los sistemas de cómputo (software, ciberseguridad, etc.) permite a la sociedad superar los límites físicos y territoriales, abrir la puerta del progreso y recibir del mundo digital todos sus beneficios con la seguridad jurídica necesaria para crear confianza que permita el crecimiento estable y sostenido.

Todos los días nos sorprende la velocidad y evolución de la tecnología, su avance es indetenible, el camino a la transformación digital es una realidad que debemos aceptar, sobre todo, en el mundo del derecho. El ecosistema de globalización, la tecnología blockchain, las criptomonedas, el internet de las cosas, los activos digitales, la inteligencia artificial, los robots, los drones, los vehículos autónomos, el internet de los sentidos, la red 5G, la revolución industrial 4.0, el metaverso, el crédito social, la nanotecnología, entre otros infinitos progresos del siglo XXI, ya cambiaron para siempre nuestra realidad y la idea de interrelación social. Debemos sentirnos afortunados porque, estamos viviendo el momento más disruptivo de la humanidad, existimos cuando todo cambió.

Hay algunas iniciativas globales, como el Tratado de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) sobre Derechos de Autor, que fue adoptado en la reunión de diplomáticos de 1996, por los Estados que conforman el Convenio de Berna, que busca consagrar y proteger con dimensión espacial mundial, los bienes jurídicos intangibles, produciendo normas bases para el sistema de protección de obras y derechos de autor en el hábitat digital. Especialmente, el Tratado se ocupó de proteger los programas de ordenador en todas sus formas de expresión, las compilaciones de datos y otros materiales.

Este es uno de los asientos elementales que reconocen y protegen “la sociedad del conocimiento” y “la sociedad de la información”. El cambio global es indetenible y quien no se adecue a ello, quedará rezagado, viendo cómo se crea un abismo de profundidades infinitas entre su realidad y el mundo. Así, mantener la coherencia de la humanidad, buscar el equilibrio entre propiedad, libertad y medio ambiente, son concepciones indispensables para garantizar el acceso al conocimiento y al activo más valioso, el saber.

El mundo se dirige, a modelos de sociedades poscapitalistas, fenómeno descrito en 1993 por Peter Drucker, donde el recurso económico básico e imprescindible en el siglo XXI, “es y será el saber”.  Así, el desafío para el progreso económico y la creación de valor reside en la innovación, la masificación del mercado y la productividad del saber. Afirma Drucker (1994) que “la dicotomía estará entre intelectuales y gestores” (p14), no en los recursos naturales, ni en el capital, ni en los polos de las teorías económicas.

Es imperativo evolucionar y prepararnos para los cambios mundiales. El reto para el éxito es la eficaz síntesis entre el saber y el hacer, competir en el mercado para producir riqueza, establecer reglas que aseguren la sostenibilidad humana y ecológica del planeta, a través del conocimiento, la información y la tecnología. Sin lugar a duda, debemos incorporarnos a todas las iniciativas normativas de cooperación mundial, adaptadas a la modernidad de la sociedad de la información y del conocimiento. No es una elección, es una verdadera obligación para el éxito.

Referencia bibliográfica

Convención Universal sobre Derecho de Autor (UCC) https://en.wikipedia.org/wiki/Universal_Copyright_Convention

Drucker P (1994), “La Sociedad Poscapitalista”. Editorial Sudamericana, 1994.