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«Eugeniusz Oniegin” de Tchaikovski en Cracovia

Daniel Soto

 

Por Daniel Soto Muñoz.

Abogado, especializado en políticas públicas de seguridad y derechos humanos. Profesor de la Academia de Ciencias Policiales y de la Escuela de Carabineros. Coautor, junto a Moira Nakousi, del libro “Cine y criminalidad organizada. Una mirada multidisciplinaria” (Cuarto Propio, 2012).

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Cracovia es considerada la capital cultural de Polonia. Enriqueciendo esta tradición inauguró en 2008 el Opera Krakowska, un teatro cuyos colores y arquitectura mezclan  tradición y modernidad conjugando armoniosamente la luz, la madera y el concreto. Con 760 butacas de una audición y visibilidad perfectas, la amplitud de su foyer y de las galerías adyacentes a la sala principal permite, además, intermedios con una agradable vida social.

Como parte del XVII Festival de Verano se representó entre los días 21 y 23 de junio de 2013 la ópera “Eugenio Oneguin” de Piotr Ilich Tchaikovsky, conocida  en polaco como “Eugeniusz Oniegin”.

El argumento de “Eugenio Oneguin” fue adaptado por Tchaikovsky y Konstantin Shilovsky de la novela homónima de Alexander Pushkin. Es una historia sobre amores fallidos protagonizada por Oneguin, un engreído aristócrata que tras menospreciar el cariño de Tatiana, da muerte a su amigo Lenski en un duelo promovido por la confusión. Atormentado por el recuerdo, Oneguin se aparta de la sociedad por varios años hasta que, ya de vuelta, reconoce a Tatiana en una fiesta. Profundamente enamorado y arrepentido de su desdén inicial, le declara su amor, pero Tatiana opta por permanecer junto a su marido.

Tchaikovsky se inspiró en el folclore ruso y compuso una obra de aires románticos alejada de las convenciones operáticas de la época. Por esta razón, la denominó “escenas líricas”. Estableció una inusual combinación vocal entre soprano (Tatiana) y barítono (Oneguin), y entre contralto (Olga) y tenor (Lenski), e hizo recaer el eje de la tensión argumental en los temas musicales de una heroína omnipresente. Los sucesos más relevantes están vinculados a Tatiana y se reproducen de diversa manera en tres momentos de la obra: en el final del acto I, a la espera de la respuesta a la carta (la ingenuidad); en el acto II en el aria de Lenski (la amargura); y en el acto III, cuadro 2, cuando Tatiana, ya en su calidad de princesa Gremina, está esperando a Onegin (la fortaleza).

Michal Znaniecki (director de escena y diseñador de vestuario) y Luigi Scoglio (escenógrafo) quisieron seguir el mismo camino poético del compositor con vestuarios monocromáticos de época, decorados minimalistas e imágenes metafóricas que aluden al hielo derretido de la escena del duelo; complementando la electrizante música de Tchaikovsky y enfatizando con ello el drama de pasiones, tristezas y frustraciones. El resultado es una premiada coproducción polaca, española y argentina, estrenada por primera vez en 2010.

El rol protagónico fue interpretado por el afamado barítono polaco Mariusz Kwiecien quien se ha destacado a nivel mundial tanto por la calidad de su voz como por su potente presencia escénica. Posiblemente, Kwiecien representa en la actualidad al mejor Oneguin del mundo. Prueba de ello han sido sus giras por Europa con el Bolshoi y su próxima participación en la gala de inauguración de la temporada lírica 2013-2014 del Metropolitan Opera House de Nueva York, donde encarnará a Oneguin junto a Anna Netrebko como Tatiana.

Otros buenos papeles fueron interpretados por la soprano Magdalena Barylak como Tatiana y por el bajo Wolodymir Pánkiw como el príncipe Gremin. Con la primera falló el vestuario y la dirección escénica del tercer acto, ubicándola en posiciones físicas evidentemente incómodas y al borde de caerse de un sofá. En el segundo caso, el uso de una silla de ruedas para desplazar al marido viejo y querendón de Tatiana resultó un recurso novedoso y muy bien integrado con el resto de los movimientos actorales.

Bastante a la zaga participaron también el tenor Adam Zdunikowski como Lenski, la mezzosoprano Bozena Zawislak-Dolny como Larina, la mezzosoprano Agnieszka Czastka como Olga, la mezzosoprano Vera Baniewicz  como Filipievna, el bajo Krzysztof Dekanski como Saretzki, y el tenor Imeri Kawsadze como Triquet.

La conducción musical del domingo 23 de junio estuvo a cargo de Evgeny Volynskiy, quien dirigió con energía la orquesta del teatro Opera Krakowska y también manifestó su molestia con los aplausos extemporáneos del entusiasta público que repletó el teatro. La dirección del coro estuvo a cargo de Marek Kluza. La iluminación fue de Bogumil Palewicz.

Aunque se trata de una obra calificada normalmente como “occidentalizada”, su audición evoca inequívocamente las profundidades del alma eslava. Tomar contacto con ella a través de una representación cuidada como la del Opera Krakowska, con Oneguin “en persona” sobre las tablas y en el corazón cultural de Polonia, resultó una experiencia inolvidable.

 

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