Drags Queen, su creatividad e innovación como activos intangibles

Por Luis Armando Álvarez.

Abogado venezolano especializado en propiedad intelectual.

La denominación Drag es la referencia del acrónimo “dressed as a girl” (vestido como mujer)[i]. Así mismo, estudios revelan que este género tuvo sus inicios a mediados del siglo XIX donde las actuaciones femeninas eran interpretadas por hombres como nuevas formas de entretenimiento mediante representaciones teatrales conocidas como el burlesque victoriano[ii], donde estos personajes reflejaban el cross-dressing o “travestismo” haciendo uso de maquillaje, vestimenta y creando personalidades peculiares.

La autora Mariana Toquero[iii] comparte la idea que las Drags son iconos del entretenimiento de la comunidad LGBT y que éstas fueron creadas por sucesos históricos, de tal manera, que en la medida que avanzó la sociedad igual ocurrió con las formas de entretener, donde hoy el ser una Drag se constituye en torno a los binarismos; hombre/mujer, femenino/masculino, como si fueran naturales o estáticos[iv].

A pesar del importante papel de las Drags en los teatros, la evolución histórica de este género se convirtió en una montaña rusa, donde los estigmas de la sociedad a mitades del siglo XX permitieron que fueran marginadas y violentadas, por ser consideradas inmorales y sus actos como clandestinos. Por tal motivo, las violaciones contra su integridad dieron paso a los actos de rebeldía liderados por Sylvia Rivera y Marsha P. Johnson, un travesti y un Drag, en contra de la policía local en el bar gay Stonewall en New York el 28 de junio del año 1969.

De estos actos de valentía, cobró sentido la unificación de los términos DragQueen como símbolo de fuerza y poder femenino, lo que representa ser una reina. Luego de estos eventos la comunidad LGBT crean espacios como los salones, donde la presencia de las Drags Queen se fortaleció realizando competencias en diferentes áreas como; pasarela, vestimenta, maquillaje, estilo, baile y otros. Del mismo modo, la serie original de Netflix POSE da un acercamiento sobre la realidad de la comunidad y este tipo de eventos en las décadas de 1980 y 1990.  

Ahora, en un contexto actual las Drags Queen forman un papel fundamental para el mundo del entretenimiento, donde se pueden denominar como artistas. Ejemplo de ello es la emblemática trayectoria de Andre Charles, mejor conocido como Rupaul, donde ha revolucionado el arte del ser Drag -siendo una marca personal-, convirtiéndose en uno de los personajes más cotizados y exitosos del gremio. Es protagonista, coautor y coproductor de la serie en Netflix “AJ and the Queen”, sin dejar de mencionar que uno de sus más grandes éxitos es ser anfitrión y productor ejecutivo del reality show RuPaul”s Drag Race. Además, es el compositor de diversos éxitos musicales como “Sissy that Walk”.

Igualmente, se encuentran otros ejemplos como el de Trixie Mattel: cantautora de música country como “Moving Parts” o “Yellow Cloud”. Es actriz con participación en “American Horror Story” y “Gay of Thrones”, además de celebridad de internet donde utiliza su canal de Youtube para hacer publicidad de la juguetería Mattel.

Otro caso en particular es el de Juno Birch, Drag británico que se identifica con una estética única de alienígena con tonalidades de piel azul o rosa pastel, escultor de cerámicas donde crea figuras representativas de su personaje con características exageradas, reconocido como “una de las dragas más interesantes del país” por la revista masculina de la ciudad de New York GQ.

Los ejemplos anteriores indican cómo ser un artista Drag va mucho más allá de entretener en un escenario, apreciándose como un símbolo artístico empresarial. Así mismo, casos como los anteriormente comentados pueden ser premeditados desde la protección de activos intangibles; (1) partiendo por la creación de un personaje con un nombre y vocabulario propio, de donde se desprende una identidad que la hace única y diferente, pudiendo ser objetos de registro marcario, como por ejemplo la frase “Good luck and don´t fuck it up”, expresión de Rupaul al momento de iniciar un Lypsinc[v], que es la competencia fonomímica que consiste en aparentar cantar o recitar diálogos en conjunto de movimientos de baile y actuación, (2) los diseños de vestuario únicos y exagerados que revisten de originalidad, pudiendo ser objetos de protección por Derechos de Autor, sin dejar de lado la autoría y composición de obras musicales; (3) la protección de presentaciones en vivo como Derechos Conexos, donde estos artistas tienen la facultad de autorizar o no la fijación de dichas presentaciones en soportes audiovisuales; (4) las técnicas del maquillaje como secretos industriales; (5) la creación de productos estéticos como el maquillaje que pueden ser objetos de protección por Patentes; y (6) de la indumentaria y accesorios como una peluca protegida por un Diseño Industrial.

De tal manera, que -desde la constitución de un Drag como marca- transciende a la construcción de una empresa completa, como es el caso de Rupaul, donde este personaje logra constituirse mediante una marca personal que se consolida con ese arte creativo e innovador, protegido y explotado en distintos mercados como el cinematográfico, la televisión, el teatro, la animación, el canto, entre otros.

Por otro lado, la incorporación al establishment empresarial -como el caso de Trixie Mattel y el co-branding publicitario con jugueterías Mattel-, donde ambos sujetos encuentran beneficios de común acuerdo. Y, por supuesto, la explotación de productos como el arte de la cerámica de Juno Birch, donde éste tiene la facultad sobre la venta, reproducción, distribución y publicación de las piezas, que son representación de su viva imagen, con la brecha abierta de celebrar contratos de licencias con industrias escultoras de cerámicas en aras de masificar la producción del producto.

En resumen, resulta interesante la utilización de elementos que brinda la Propiedad Intelectual como herramienta para la protección y explotación comercial de un conglomerado de productos y servicios que pueden conceder derechos de usos exclusivos a un artista Drag como su titular. De la misma manera, permitir la celebración de contratos de licencia con terceros interesados en hacer uso sobre dichos productos y servicios, y que de esto se generen regalías.

En consecuencia, el reconocimiento de las Drags Queen como artistas de la comunidad LGBT sin duda consolida una labor basada en el talento, la extravagancia, el glamour, lo binario y lo único, que debe ser respetada y valorizada tanto moral como patrimonialmente.

Por último, tener presente lo que expresa la cantautora Lady Gaga “Don´t be a Drag just be a Queen” (No seas una drag, sólo se una reina).


[i] García L. 2019. ¿De dónde viene el drag? Un poco de historia ¿cuál es el origen del drag? (Consulta: 26/05/2021). Disponible en: httpss://www.homosensual.com/cultura/historia/un-poco-de-historia-cual-es-el-origen-del-drag/

[ii] Toquero, M. 2018. Conociendo el origen del Drag Queen. El surgimiento de las Drag Queen, una forma de expresión que se populariza entre la comunidad LGBT. Revista N° 35 del Departamento de Ciencias Sociales y Humanidades. Universidad Iberoamericana de León, México. P. 3.

[iii] Toquero, M. 2018. Vivir como Drag, cuerpo, género, expresión. El surgimiento de las Drag Queen, una forma de expresión que se populariza entre la comunidad LGBT. Revista N° 35 del Departamento de Ciencias Sociales y Humanidades. Universidad Iberoamericana de León, México. P. 6.

[iv] Santos, D. 2018. Drag/Drag Queen. ABC del Arte Drag y Transformista. (Consulta: 27/05/2021). Disponible en: httpss://www.abcdelartedragytrans.com/definiciones

[v] Santos, D. 2018. Lipsync. ABC del Arte Drag y Transformista. (Consulta: 27/05/2021). Disponible en  httpss://www.abcdelartedragytrans.com/definiciones