Por Lucía Prada.
Abogada por la Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina
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Por Juan Pablo López.
Abogado especializado en Ciberseguridad. Diplomado de Postítulo en Ciberseguridad, Derecho Informático y Nuevas Tecnologías por la Universidad de Chile, Santiago, Chile.
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Las nuevas tecnologías transforman el modo de ejercer la abogacía y nos brindan herramientas muy interesantes y esperables para incorporar a proyectos laborales en el que estemos insertos como profesionales del derecho. La inteligencia artificial en general y el ChatGPT en particular se han instalado como una tentadora alternativa para reducir tiempo y recursos humanos en un mundo jurídico cada día más demandante. Pero en el terreno práctico ¿qué ganamos y qué perdemos?
A propósito del boom generado por la Inteligencia Artificial y particularmente el caso de algunos softwares como el ChatGPT (en cualquiera de sus versiones), los cuales han abierto un mundo de posibilidades en cuanto a asistencia, ayuda y direccionamiento en diversos temas y áreas, han comenzado a aparecer algunos casos que cuestionan la ética y buena fe en relación con el uso y aplicación de tales herramientas tecnológicas, específicamente, en el ámbito legal.
El lado positivo
Contar con un software de gestión diseñado para el desarrollo de la actividad jurídica puede ofrecernos ventajas en una industria legal sumamente competitiva a nivel internacional. En la época en muchos nos encontrábamos cursando materias en la Universidad y realizando prácticas en el Poder Judicial hemos llegado a tener en nuestras manos reliquias de expedientes redactados en una máquina de escribir. Pero la melancolía obstaculiza la vida a nivel laboral y productivo por lo que necesitamos adquirir habilidades para estar receptivos y conocer cómo utilizarlas en el plano profesional.
Si googleamos “inteligencia artificial para abogados” el primer link que se nos aparecerá es el de una plataforma que automatiza las tareas operativas de un abogado, a través de la sugerencia de libros, doctrina y jurisprudencia acorde a los expedientes con que los profesionales estén trabajando, permite compartir documentos, expedientes y vencimientos, potenciando la capacidad de un Estudio, entre otros beneficios. Nada mal ¿no? Veamos. El ejercicio de la abogacía insume mucho tiempo por la cantidad de actividades que requiere un mismo caso: evacuar consultas, asumir el patrocinio letrado, redactar escritos judiciales, diagramar estrategias, estar pendientes del expediente digital, estar sumamente pendientes de los plazos y vencimientos, obtener sentencias favorables, realizar apelaciones, entre otras.
Recientemente la UNESCO, junto a The Future Society, brindó un nuevo curso sobre Inteligencia Artificial y Estado de Derecho dirigido a operadores judiciales en que reconoce que en el ámbito de la justicia penal, por ejemplo, muchos sistemas judiciales del mundo entero ya utilizan sistemas de IA para brindar asistencia en investigación y automatizar los procesos de toma de decisiones, según informa la página oficial de la Organización de las Naciones Unidas.
La contracara de esta gran oportunidad para brindar celeridad y eficacia a nuestras estructuras de trabajo viene de la mano de la necesidad de aplicarla respetando la ética con la que los profesionales del Derecho estamos obligados a trabajar. Veamos de qué se trata en el caso puntual de las tecnologías basadas en la Inteligencia Artificial en el ámbito legal.
¿Cuándo no utilizar IA?
Con la aplicación de la IA a las Ciencias Jurídicas y a la Ciberseguridad, nos hemos encontrado con una serie de casos controvertidos que han generado controversia en la sociedad.
En primer lugar, se ha detectado un uso excesivo por parte de los estudiantes universitarios, de ChatpGTP, para generar sus tareas y tesis y así “ahorrar” tiempo y estudio en las mismas. En algunas Instituciones Universitarias de Estados Unidos como la Universidad George Washington, la Universidad Rutgers de New Brunswick, Nueva Jersey, y la Universidad Estatal de los Apalaches en Boone – Carolina del Norte, los profesores han comenzado a cambiar la forma de realizar dichas pruebas y exámenes, reemplazándolas por preguntas más sofisticadas e ingeniosas, solicitando a los alumnos que escriban sobre sus propias vidas y eventos actuales de su comunidad y en algunas de esas Universidades incluso están solicitando que las pruebas y exámenes sean entregadas dentro de la hora de clases, de puño y letra del alumnado.
El segundo lugar, se trata del uso del ChatGPT en un juicio. El 2023 se dio a conocer la noticia de un Abogado que demandó a la aerolínea Avianca por un accidente que tuvo su representado y que habría utilizado la mentada herramienta para realizar una presentación, citando diversa jurisprudencia que favorecía su postura, pero, para desgracia del letrado, la jurisprudencia citada por el ChatGPT, era falsa, ante lo cual se excusó señalando que “se arrepentía tremendamente de haber utilizado inteligencia artificial durante su investigación”, prometiendo que nunca volvería a hacerlo en el futuro sin tener certeza absoluta de la veracidad de los datos. El problema -al parecer- es mayor aún puesto que si bien el abogado pertenece a un Estudio Jurídico, no estaría certificado para poder litigar en el Distrito, lo que implica una doble falta ética. Incluso en este caso, al menos en nuestra legislación, se podría dar la figura penal de estafa procesal o residual, la cual ocurre al presentar pruebas falsas en juicio.
Detectives de la IA y algunas ideas
Como consecuencia de lo anterior, se han generado programas que pueden comprobar o al menos dar luces de que un texto ha sido elaborado en base a inteligencia artificial. Entre ellas se encuentra GPTZero.
Sobre la base de dos simples ejemplos, de aquellos que se han conocido y salido a la luz pública o más bien “han sido descubiertos”, debemos revisar el concepto de Ciberética, que es el estudio filosófico y un código de comportamiento responsable respecto del uso de internet y de sus herramientas. Para ser buenos ciudadanos cibernéticos, debemos emplear los principios básicos de la ética cibernética.
Lo anterior significa aplicar los principios de buena fe y ética profesional, tanto a nivel educacional como profesional, en relación con la carrera de Derecho, incluidos abogados, jueces y auxiliares de la administración de justicia. La idea central de la tecnología es precisamente ser una herramienta de apoyo y ayuda en la resolución de los problemas que plantea el mundo profesional para así, unido al estudio y conocimiento del letrado, podamos llegar a la mejor asesoría posible, para que el cliente obtenga el mejor servicio que se le pueda brindar.
Como señala José María Alonso Cebrián, miembro del Comité Ejecutivo de Telefónica y experto en Ciberseguridad, por ahora el ChatGTP sólo recopila información, pero no discrimina si es verdadera, falsa o está desactualizada, pero llegará el momento en que será parchada dicha falencia y ahí será la ética y buena fe la que nos debe impulsar en el correcto uso de la tecnología.