Es estudiosa, trabajadora y, sobre todo, generosa. En un año y medio, la abogada Marcela Inzunza se ha movido desde la Gerencia Legal & Compliance de una multinacional alemana a una Gerencia Legal Regional en una farmacéutica inglesa top five a nivel mundial. De ser premiada como LWYR del año en 2020, hoy es columnista estable de nuestra web. Acaba de terminar un Diplomado en Derecho en Libre Competencia en Mercados Regulados y ahora está cursando un Executive Mini MBA en la University College London en Comercio Digital. También es madre de dos niños y una niña. ¿Tiempo libre? ¡Sí, claro! “Estoy escribiendo un libro, que mezcla un poco de mi historia con tips para el empoderamiento femenino. Es una idea que tenía hace mucho en mi cabeza y llegó la hora de concretarla”.
Texto: Equipo LWYR.
Producción: Sarika Rodrik.
Imágenes: Andrés Cabezas para LWYR.
¿Por qué es necesario aunar esfuerzos por posicionar a la mujer en igualdad? Marcela Inzunza lo tiene claro: porque durante siglos la mujer ha estado relegada a un segundo lugar. Por lo tanto, es urgente trabajar decididamente en promover la igualdad de género al más alto nivel de dirección; tratar a hombres y mujeres de forma igualitaria en el trabajo; respetar y defender los derechos humanos y la no discriminación; velar por la salud, la seguridad y el bienestar en el trabajo; procurar la educación, la formación y el desarrollo profesional de las mujeres; llevar a cabo prácticas de desarrollo empresarial, cadena de suministro y mercadotecnia a favor del empoderamiento de las mujeres, así como evaluar y difundir los progresos realizados a favor de la igualdad de género.
– La conocimos el 2020, en plena pandemia, como Gerenta de Legal & Compliance de un laboratorio farmacéutico alemán y mentora de Inspiring Girls. ¿En qué está Marcela Inzunza hoy?
– En lo profesional, soy Head of Legal para Latam South Pacific en una compañía multinacional farmacéutica inglesa. Estoy a cargo del Departamento Legal, con muchas tareas a cargo y aprendiendo algo siempre. En mi rubro existe mucha regulación, externa e interna, así que me mantengo ocupada, con la mente activa y las ideas fluyendo para entregar lo mejor de mí en todos los ámbitos en que me desenvuelvo: madre, mujer, hija, hermana, amiga, profesional. Es una gran tarea compatibilizar todos los roles que desempeñamos las mujeres día a día y hacerlo bien.
En cuanto a mis actividades de voluntariado, durante 2021 fui embajadora de Her Global Impact, proyecto que me dejó grandes enseñanzas, satisfacciones y muy buenas amigas. En la actualidad, sigo siendo embajadora y mentora de Inspiring Girls, a lo que se suma una formación que comenzaré este año como speaker de la fundación, que es una manera de perfeccionar la forma de compartir mi experiencia y visión de un modo más acabado, con nuevas herramientas para resignificar mi historia y generar una comunicación de impacto.
Asimismo, participaré como mentora en la Caminata de Mentoreo Virtual 2022 de Voces Vitales para Chile, Argentina, Paraguay, Uruguay y Bolivia. Vital Voices es una fundación dedicada a promover el liderazgo de las mujeres como motor para el progreso económico, político y social de la comunidad, lo que encaja perfectamente con mi foco desde hace ya bastante tiempo.: empoderamiento femenino, diversidad e inclusión.
– Ha sido la segunda persona en ser nombrada LWYR del año -el 2020-, y la segunda de tres mujeres. ¿Es una “avalancha de abogadas exitosas” que no para o cree que ya es tiempo de un abogado/LWYR para el año 2022?
– Sin duda, haber sido elegida como LWYR del Año en 2020 es uno de los premios más importantes de mi carrera. Es una distinción que guardo con mucho cariño, que me ha traído muchos buenos comentarios de mis pares, de mi círculo cercano y una satisfacción personal enorme. Lo recibí con mucha humildad, muy honrada y feliz de que el camino que he recorrido sea visible y distinguido.
Que los tres últimos nombramientos hayan recaído en mujeres pienso que se debe única y exclusivamente a que hemos sido personas dedicadas a nuestra labor, concentradas en aportar de mejor forma a nuestra profesión y enfocadas en crecer exponencialmente en cada desafío que hemos enfrentado. Digo “personas”, porque no considero que el ser mujer deba ser ni un impedimento ni una garantía para acceder a ciertas posiciones. Al contrario, estoy convencida de que debemos luchar por, precisamente, lograr igualdad en el acceso a las oportunidades. Ahora bien, partiendo de esa necesaria igualdad, cuando hablamos de empoderamiento femenino nos referimos a una mayor autonomía para las mujeres, su reconocimiento y visibilidad.
El empoderamiento de las mujeres implica que participen plenamente en todos los sectores y a todos los niveles de la actividad económica para construir economías fuertes, establecer sociedades más estables y justas, alcanzar los objetivos de desarrollo, sostenibilidad y derechos humanos y mejorar la calidad de vida de sus familias. Por cada mujer que avanza, progresa su familia, su comunidad y su país. Dado que el empoderamiento femenino es, afortunadamente, una realidad que cada vez se hace más presente en nuestra sociedad, sí creo que estamos frente a una avalancha de mujeres exitosas en todas las esferas, producto de una mayor visibilidad de su desempeño profesional. Eso se refleja, por ejemplo, en la gran cantidad de designaciones de mujeres en altos cargos a nivel mundial y en todas las primeras veces que hemos visto últimamente en que una mujer es premiada, reconocida o elevada a un alto nivel en un sector determinado. LWYR Magazine ha sido un fiel reflejo de la contingencia y del día a día de la industria legal en este sentido.
En este mismo orden de ideas, la persona que será reconocida como LWYR del Año en 2022 seguramente también será quien mejor exponga las características que este galardón conlleva: aporte importante al área legal, trayectoria, superación, trabajo con significado, admiración y alto liderazgo en su ámbito de acción. Me sentiría orgullosa que nuevamente fuese elegida una mujer, pero igualmente feliz si es reconocido un hombre. Aplaudo el que exista esta instancia de sociabilización de referentes en nuestro sector. Unos y otras nos complementamos y logramos un mundo mejor.
– Si bien hemos avanzado mucho en posicionar a mujeres en puestos de liderazgo, tanto a nivel público como privado, el techo de cristal sigue vigente en muchas áreas: la banca, los estudios de abogados, las FF.AA. ¿Cuál cree que es la herramienta letal para acabar con dicho límite a posicionar mujeres en la toma de decisiones?
– El techo de cristal describe la barrera con la que chocan las mujeres en numerosas profesiones cuando intentan subir la escalera en sus respectivas carreras. Las mujeres han logrado grandes avances en el mundo laboral, mas el techo de cristal permanece obstinadamente en su lugar en muchas empresas e instituciones.
En el ámbito legal, las mujeres representan más del 50% de quienes ingresan a la facultad, pero esto no se ha traducido en un número igual de mujeres que se conviertan en socias de bufetes legales. Aunque ha habido un aumento con respecto a números de los últimos 20 años, todavía hay bastante margen de mejora. Persisten las barreras para las abogadas que buscan alcanzar niveles más altos en su profesión. Los hombres suelen ganar más que sus contrapartes femeninas. Según Law.com, el número de mujeres que tienen sociedades de capital en empresas ha experimentado un crecimiento desde los estudios realizados en 2012. Sin embargo, incluso con una mejora en el número de mujeres que alcanzan el estado de socio de capital, el crecimiento ha sido más lento de lo esperado.
Por otra parte, tenemos el dilema de la maternidad. En nuestra latitud, las mujeres pueden tomarse un tiempo o trabajar a tiempo parcial para formar una familia. No obstante, para ascender, hay un fuerte énfasis en las horas facturables y sumar es más difícil cuando tienes hijos, obligaciones familiares y no cuentas con corresponsabilidad o redes de apoyo. Debido a las muchas presiones y expectativas adicionales a las que se enfrentan las mujeres en torno a la crianza y a la edad fértil, las abogadas necesitan apoyo adicional, y las firmas deben ser reflexivas para promoverlas.
En este contexto, con demasiada frecuencia, la profesión legal ha recompensado las largas horas por encima de los resultados, la complejidad por encima de la eficiencia y la facturación por encima del servicio o la estrategia. Con todos los avances en tecnología y sistemas, la profesión legal todavía se aferra a costumbres arcaicas. La pandemia ha puesto de manifiesto una verdad que se ha ignorado durante demasiado tiempo: esta profesión no ha sabido adaptarse al mundo cambiante que nos rodea. Demasiadas mujeres se sienten obligadas a abandonar porque la profesión continúa diciendo: «Tenemos que hacerlo de esta manera, porque siempre lo hemos hecho así». Pese a todo, si alguna vez hubo un momento para cambiar, es ahora. Es imposible estar verdaderamente presente, liderar con certeza, vivir tu mejor vida, cuando, siendo mujer y lidiando con tus múltiples roles, estás constantemente corriendo contra el reloj para cumplir y ser la mejor en todo.
En mi participación en el liderazgo de las mujeres a lo largo de los años, a veces he visto que las mujeres esperan que ellas mismas diseñen todo el cambio que se necesita para igualar el campo de juego y los hombres, casi siempre, comparten esta expectativa. Es imperativo que elaboremos una mejor profesión legal para que las mujeres no queden excluidas y no tengan que elegir entre la abogacía y la familia. Todos los actores del sistema legal deben apoyar una profesión más equilibrada, que apoye los objetivos profesionales de las mujeres y les permita desempeñar otros roles también. No es simple ni fácil, pero el empoderamiento y el liderazgo de las mujeres no existe en un silo. Depende de los hombres realizar de manera proactiva los cambios que nuestro campo necesita para seguir siendo vibrante y atractivo para las generaciones futuras.
¿Cómo se puede romper el techo de cristal en este entorno? Además de los cambios ya mencionados, varios enfoques individuales pueden ayudar a disminuir su impacto y contribuir, algún día, a eliminarlo por completo: las abogadas deben tener objetivos factibles y un plan para la trayectoria de su carrera; tener a la mentoría como parte fundamental de su formación: alguien que las ayude a navegar en el entorno del estudio de abogados y les enseñe habilidades valiosas como el desarrollo empresarial y la visión comercial; ser paciente sin estancarse; concentrarse no solo en desarrollar habilidades, sino también en desarrollar relaciones; no tener miedo al cambio y cruzar el umbral; dejar atrás el “síndrome de la tiara”, esto es, abandonar la actitud pasiva que asumen, en general, las mujeres en los puestos de trabajo, que se traduce en que nos cuesta hablar; nos cuesta pedir aumentos de sueldo, mayor responsabilidad y nuevos desafíos; esperamos que alguien externo “nos corone” y que los resultados hablen por sí solos, sin mostrarlos ni mostrarte. Por eso es muy importante trabajar en el propio desarrollo, conocerse y potenciarse, creer firmemente en uno mismo y ser tu propio mayor admirador, ser tú mejor que tú todos los días.