
Si bien Monserrat Moya Arrué es abogada de la PUC y tiene un LLM en UC Berkeley, se dedica a un área poco explorada por los abogados: la filantropía. Desde la consultora Estudio 150, junto a su socia Bárbara Rodríguez Droguett, se dedican al diseño de la estructura legal para ampliar el impacto de proyectos sociales, culturales y ambientales y así darles sustentabilidad a través -principalmente- de donaciones y la medición de impacto de éstos. “Me encantaría que se supiera más de lo que hacemos, porque el 90% de nuestros clientes llega después de haberse dado largas vueltas perdiendo tiempo y dinero”, lo que ciertamente para organizaciones sin fines de lucro es una pérdida aún mayor.
Texto: Equipo LWYR
Imágenes: Cedidas por Monserrat
Desde el trabajo con comunidades mapuches para una fundación de conservación medioambiental en Chiloé, pasando por la historia de cómo el grupo Los Jaivas quiere dejar un legado de arte y cultura para el mundo, hasta llegar a descubrir la forma en cómo la fundación Fungi ha logrado modificar la legislación e incluir a los hongos en las líneas base, pudimos conversar con esta abogada a quien la filantropía le apasiona. Y para ello, no teme en pensar en grande: “Mi gran sueño es que en Chile exista conciencia filantrópica real”, afirma.

Pero prontamente Monserrat Moya Arrué continúa contando sobre alguno de los proyectos que asesora y que dan vueltas en su cabeza: “Cascada Animal es una fundación en el cajón del Maipo que rehabilita a animales salvajes dañados por personas; Fundación Summer, que ha incorporado en la legislación el bullying y ha hecho frente al flagelo de ciberacoso; Fundación CpueD es el único centro de referencia latinoamericano de buenas prácticas en Síndrome de Down y tiene 3 casas de jóvenes Down independientes ¡viviendo solos! Hay tantos casos maravillosos. Es que yo estoy enamorada de cada uno de nuestros clientes”.
– Abogada y dedicada a la filantropía. Cuéntenos cómo llegó a esa área.
– Desde que tengo uso de razón, recuerdo a mis abuelos siempre ayudando a los demás en San Fernando, donde vivían. Además, mi abuelo fue miembro fundador de distintas organizaciones ciudadanas. Mis papás, a su vez, siempre colaboraban con distintas organizaciones sin fines de lucro.
Así, me fui dando cuenta que hay muchas causas que no son vistas por las políticas públicas o, si lo son, las soluciones son insuficientes y que la participación ciudadana organizada logra dar respuesta a estas necesidades. Por eso, cuando comencé a trabajar, tuve la fortuna que pude trabajar con organizaciones sin fines de lucro y luego me dediqué 100% a esto, formando nuestro estudio multidisciplinario, junto a Bárbara Rodríguez Droguett, con especialidad en proyectos de impacto y la evaluación de éstos.
– En la web de su consultora señalan que “hacemos uso de tecnologías para asesorar estratégicamente a nuestros clientes en desarrollar planes estratégicos para generar el mayor impacto. Hacemos uso de data mining, análisis de datos exploratorio (EDA), visualización a través de mapas de colaboración, y otras metodologías para el desarrollo de cada servicio”. Explíquenos un poco de qué se trata.
– A través del análisis de datos hacemos evaluaciones del retorno social de las inversiones de impacto, esto implica valorizar beneficios que normalmente no se incluyen en las estimaciones de retorno de la inversión. Por ejemplo, cuál es el valor de mejorar el rendimiento escolar de una niña, o disminuir las consultas a especialistas al año de un niño con trastorno espectro autista. Para esto tenemos que levantar una gran cantidad de data en relación al proyecto, los beneficiarios y otros reportes que hayan levantado indicadores en torno a beneficios similares. Todo eso requiere trabajar con grandes bases de datos y las metodologías que se menciona ahí son solo algunas de las que se pueden implementar.
– ¿En qué proyectos se encuentra actualmente?

– Asesoramos distintos tipos de proyectos sociales, culturales y ambientales y, por ende, nuestros clientes también son muy variados, desde organizaciones sin fines de lucro, tales como Fundación CpueD, que es un centro de referencia latinoamericano en buenas prácticas en síndrome de Down; Fundación Fungi, que ha incorporado el cuidado del reino fungi en la legislación ambiental; Fundación Summer, cuya experiencia personal de la pérdida de una hija por suicidio por ciberbullying los ha llevado a combatirlo; Fundación Los Jaivas, que buscan mantener los 60 años de legado del grupo y acercar el arte y, en especial, la música a comunidades vulnerables; entre otras.
A nivel de empresas ordenamos y estructuramos sus carteras de proyectos de inversión de impacto, optimizando los beneficios tributarios a los que puedan optar y, también, apoyamos el trabajo comunitario. Además, a raíz de las nuevas normativas sobre reportabilidad de los proyectos de impacto, tales como la Norma de Carácter General N°461 de la Comisión de Mercado Financiero, se ha hecho obligación reportar y nosotros los apoyamos en esto.
También realizamos proyectos con asociaciones gremiales, capacitaciones en temas tales como personalidad jurídica, donaciones, gobernanza, entre otros temas y, a nivel de políticas públicas, hemos participado activamente en la redacción y tramitación de leyes tales como la Ley 21.040 que modifica el sistema de donaciones, o la Ley 20.930, que crea el derecho real de conservación.
Por último, a nivel transversal, evaluamos la inversión de impacto, principalmente vía SROI.
– ¿Por qué “Estudio 150”? ¿Conoce de otras consultoras que se dediquen al apoyo para proyectos de sustentabilidad sin fines de lucro?
– 150 es por el número de Dunbar y tiene que ver con la multiplicidad de organizaciones con las que trabajamos: ayudamos a nuestros clientes a mapear sus actores y redes de influencia. Al mismo tiempo nosotros también nos definimos como parte de una red de actores.
Existen muchos consultores hoy que trabajan ayudando a las organizaciones a fortalecer sus programas sociales y ambientales. Sin embargo, existen pocas organizaciones que lo hagan desde una perspectiva interdisciplinar tan amplia como Estudio 150. Nosotros abordamos al cliente desde la eficiencia tributaria, y desde este punto, que muy pocos consultores abordan, fortalecemos la propuesta de valor social.
– ¿De qué manera opera la asesoría jurídica para estos proyectos en otros países? ¿Qué experiencias del Derecho comparado conoce?
– Depende del país, conocemos de cerca la experiencia en Estados Unidos, porque mi socia y yo estudiamos allá, y actualmente tenemos clientes en ese país o que levantan donaciones en EE.UU. Creemos que, en Estados Unidos, por ejemplo, es bastante distinta a la realidad nacional, principalmente, porque está muy desarrollado el concepto de inversiones de impacto y filantropía.

En Chile, si bien tenemos un sistema jurídico que tiene múltiples normas sobre donaciones con buenos beneficios tributarios para el donante, es un sistema complejo y burocrático. En cambio, en Estados Unidos es bastante más sencillo postular a los beneficios tributarios para los donantes. Además, es bastante habitual que los ciudadanos donen, no sólo las empresas y de manera permanente. En cambio en nuestro país todavía existe mucha desconfianza, que se puede combatir promoviendo la transparencia y publicidad de lo que se hace.
Preguntas cortas
Un profesor/profesora que la haya marcado en la Universidad. Don Víctor Vial por su genialidad, claridad, generosidad y dedicación.
El mayor desafío en sostenibilidad de Chile: Aumentar el financiamiento a la conservación medioambiental en Chile, dado que estamos entre los 10 países que menos financiamiento dedican a la biodiversidad en el mundo.
Soñando en grande, ¿qué proyecto le gustaría asesorar en Chile o en el extranjero? Me gustaría seguir asesorando a organizaciones sin y con fin de lucro, tanto en Chile como en el extranjero, a organizaciones que desarrollan proyectos de impacto y que, además, están cambiando la cosmovisión de los proyectos de impacto, que es bastante amplia, pero que aún se desconoce.
El lugar más lindo de Chile: Isla Guafo, al suroeste de Chiloé.