“El desafío que plantea la nueva ley de delitos económicos para los que trabajamos con empresas, supone un cambio de paradigma”

Catalina Navarro trabajó 10 años en el Ministerio Público y luego en el Ministerio del Interior, siempre en temas penales. Luego se independizó y formó Estudio Navarro, donde amplió la práctica a al área penal en la firma. Fue la única mujer en la lista corta de los premios a “Abogado del Año 2023” que entrega el ranking británico Legal 500, en el área Dispute Resolution: White Collar Crime y es nuestra entrevistada principal para julio en LWYR.


Texto: Equipo LWYR

Imágenes: Cedidas por Catalina Navarro


Como su especialidad son los delitos económicos, la litigación penal y la coordinación intersectorial entre lo laboral y penal, estos meses han sido de una gran actividad para Catalina Navarro: “Entre la Ley de Delitos Económicos y la creciente necesidad de cumplir con las disposiciones laborales, entre ellas la reciente la «Ley Karin”, se nos están presentando nuevos e importantes desafíos, en los que estamos acompañando a las empresas que asesoramos”, señala.

– ¿Cuándo y por qué decidió ser abogada?

– Desde siempre. Si bien también pensé en ser psicóloga o socióloga, en el fondo siempre supe que iba a ser abogada. Si volviera a elegir una carrera, volvería a elegir Derecho. Desde chica me gustaban las películas y series de juicios, especialmente una de la década de 1980 y 1990 que se llamaba “Se hará Justicia”, y mi sueño era ser como esos abogados que se dedicaban a la solución de conflictos y la litigación oral.

– ¿En qué momento decidieron abrir el área penal de la oficina? ¿Qué necesidad vieron?

– Después de haber trabajado en el Ministerio Público por más de 10 años, siempre dedicada a los delitos económicos, decidí unirme a este estudio jurídico que se enfocaba exclusivamente al área laboral, donde nos dimos cuenta de que muchos conflictos laborales requerían soluciones diferentes, en las que mi experiencia era un aporte complementario en la asesoría a nuestros clientes.

Hoy, estas dos áreas de práctica operan coordinadamente, generando sinergia en estrategias y políticas de acción. Además, desde un comienzo entendimos la importancia de la prevención del fraude a nivel corporativo realizada, por lo que, como área penal, también nos involucramos activamente en la prevención y cumplimiento de las regulaciones laborales en el marco de lo que se conoce como “Compliance”.

– ¿Qué desafíos implica ser la única mujer socia de la firma? 

– El desafío creo que no es para una mujer socia de una firma, sino para cualquier mujer abogada que trabaja en un Estudio Jurídico. Hay funciones que por defecto corresponden a las mujeres, que son poco reconocidas e invisibilizadas. Ahora bien, también es cierto que, en un mundo todavía masculino y considerando que la labor del abogado/a es de exclusiva confianza, a veces nos cuesta más generar esa relación del día a día. Sin embargo, muchas veces me siento con ventaja porque hay cualidades muy femeninas que me permiten percibir, leer rápidamente a las personas, el ambiente, el conflicto, lo que hay que resolver. 

– ¿Por qué en Chile hay tan pocas socias mujeres? (su visión)

– El trabajo del abogado en materia penal y laboral es 24/7, y antiguamente se creía que las mujeres no podíamos (o no se nos permitía) compatibilizar otros roles de la vida con nuestras inquietudes profesionales. Sin embargo, hoy se ha reconocido que las mujeres hacemos un aporte de valor, que la cantidad horas dedicadas al trabajo no siempre equivale a calidad. Me gusta el camino que estamos recorriendo las mujeres, abriendo espacios nuevos, desarrollándonos en todos los ámbitos, permitiéndonos soñar en grande, sin que esto signifique renunciar a nuestra vida privada.

¿Cómo cambiaría la profesión legal con más mujeres socias en las oficinas?

– Más que con más mujeres socias, yo diría con más mujeres en un equipo jurídico. ¡Sería mucho mejor y más entretenido! Jaja. En nuestro Estudio, socios, abogados seniors, abogados junior y administrativos realizamos un trabajo colectivo. Los socios no sólo dirigimos y supervisamos, sino que trabajamos activamente junto a los abogados para resolver los conflictos que enfrentan nuestros clientes, conflictos que requieren una visión integral, lo que requiere incorporar distintos tipos de habilidades.

– En 2022 usted realizó el curso “Directorios Efectivos”, del Instituto de Directores de Chile (IdDC). Respecto de esa formación como directora de empresas, ¿está de acuerdo con aplicar «cuotas» para tener más mujeres socias en las oficinas de abogados y en los directorios de las empresas?

– Estoy a favor de las normas que promueven la participación de la mujer, porque considero que son herramientas necesarias para romper con la inercia que durante tanto tiempo mantuvo a las mujeres alejadas del espacio público, y de los cargos de liderazgo y responsabilidad. Las mujeres tenemos mucho que aportar como directoras de empresas y socias de estudios jurídicos, ya que tenemos una visión diferente y complementaria a la de los hombres. Yo creo que en “la guerra de los sexos”, todos tenemos espacio y nos potenciamos bien. También, las llamadas cuotas dan señales correctas, invitan a las mujeres a anticipar, a atreverse: “hay un lugar ahí para mí”.

En cuanto a los directorios, en general, apoyo firmemente la profesionalización y la inclusión de directores independientes, ya que esto fomenta un ambiente de control efectivo dentro de las empresas. Lo mismo en los estudios jurídicos, es fundamental darse estructura, orden, para establecer unidad de criterio y responsabilidad. Hoy los estudios también enfrentan riesgos significativos en materia de delitos económicos y otros. Es clave que nos preparemos, y en eso las mujeres también somos un aporte en la visión de futuro, la prevención y planificación.

– ¿Qué desafíos enfrentan las oficinas penales frente a los cambios de la Ley de Delitos Económicos?  ¿Piensa que todas se van a poder adaptar a los cambios?

– El desafío que plantea la nueva Ley de Delitos Económicos para nosotros, que trabajamos con empresas, supone un real cambio de paradigma. Anteriormente, la responsabilidad penal recaía exclusivamente en las personas naturales, pero ahora las empresas también pueden ser responsables. Este cambio requiere una transformación en la cultura organizacional, donde las empresas deben asumir la responsabilidad de los riesgos asociados a sus operaciones para evitar la comisión de los más de 200 delitos contemplados en la nueva ley.

Además de los delitos previamente establecidos en nuestra legislación, hay delitos de reciente data, como el soborno entre particulares, que suponen un cambio profundo en la forma de conducir los negocios, una empresa. También hay un nuevo capítulo dedicado a delitos ambientales, lo que implica que las empresas deben gestionar adecuadamente los riesgos en estas áreas para cumplir con la normativa.  

Preguntas cortas

  • Un abogado (a) a quien admire: A mi socio y papá Luis Navarro Egaña, porque ha sido un referente en el área laboral a la que se dedica, y por su entrega total a su trabajo.
  • Un profesor (a) que la haya inspirado: La abogada María Inés Horvitz, como profesora y por su rol clave en la Reforma Procesal Penal y en el CDE. También mi primera jefa, que fue mi mentora, María Eugenia Manaud.
  • Lo mejor de la profesión: La adrenalina de solucionar el conflicto que tiene el cliente.
  • Lo que cambiaría: A pesar de la contingencia, me gustaría que nos vieran a los abogados en general como personas serias, responsables, probas y justas.