Desde chico soy un convencido que uno debe cumplir sus sueños

En sus ratos libres practica fútbol, tenis, esquí, trote y trekking, aunque antiguamente también hizo snowboard, skimboard y “rana” surf. Y no es un superhéroe. Es Gonzalo Bossart, un dinámico abogado súper recargado que ha sido capaz de vincular en su práctica profesional diaria los dos mundos que ama: el deporte y las leyes.

Gracias a una especialización en el extranjero que le dio las herramientas necesarias para convertirlo en un experto en la materia, hoy nos cuenta que –desde el origen mismo del deporte– esta actividad ha estado regida por reglamentos e instituciones que le han dado el carácter e importancia que hoy tiene, pues se le reconoce una serie de aportes para que la sociedad tenga un adecuado desarrollo.

“Creo que el aporte más importante está en su práctica, especialmente por su componente lúdico, de juego. De ahí se derivan sus aportes a la salud mental y física. Constituye, asimismo, un factor de disciplina en la vida de las personas, de orden y de superación”, explica Bossart.

En cuanto a la sociedad, el abogado agrega que su aporte más evidente dice relación con la entretención, el ser un factor de unión, de identificación. “También puede ser un factor importante de marketing, y aquí me gustaría contar una anécdota: me encontraba en Leicester, Inglaterra, cursando mi máster y una noche salí con un par de compañeros, un argentino y un brasileño. En la calle nos topamos a un japonés, quien al ver que éramos sudamericanos se acercó muy animado a conversarnos. Primero le pregunta al brasileño de donde era, éste le dice de Brasil. El japonés entusiasmado le dice Pelé, Ronaldinho… Lo mismo con el argentino, a quien el japonés igual de animado le dice Maradona, Messi… Me tocaba a mí y yo le dije con mucho orgullo Chile. El japonés se dio media vuelta y siguió la conversación con mis amigos sudamericanos”.

– ¿Cómo nace tu interés por el deporte y de qué forma ello marca tus acciones o decisiones futuras?
– Creo que va un poco en mi ADN, pero desde luego algo o alguien tiene que encender la llama. En mi caso diría que fue mi papá, a quien le gusta mucho el deporte, pero paradójicamente nunca lo ha practicado. Tengo en el recuerdo haber jugado con una pelota de plástico en el patio trasero de mi casa con mi papá y no debo haber tenido más de 4 años. La locura vino en el colegio. No había recreo en que no jugara una pichanga. Era la motivación para ir al colegio. Los zapatos sufrían…

Del fútbol pasé al tenis, al esquí, al rugby y a subir cerros. Incluso, me compré una tabla de surf que nunca usé. También tuve un “rana” surf, un snowboard y un skimboard, que hasta el día de hoy practico, porque me encanta. Hasta me compré una moto para andar en el campo, la cual vendí cuando me fui a vivir a Suiza.

Desde chico soy un convencido que uno debe especializarse, como asimismo, hacer lo que a uno le gusta, cumplir sus sueños. Si no, es muy difícil ser bueno en lo que uno hace, porque hay que disfrutar trabajando y disfrutar la vida en general. Teniendo eso claro, se hizo aún más clara mi pasión por el deporte, por lo que he ido tratando de enfocar todo lo que puedo mi profesión de abogado al mundo del deporte.

– ¿En qué momento de tu vida surgió la inquietud de vincular el deporte y el derecho? ¿Qué pasos tomaste para hacer realidad ese interés?
– La verdad es que esto cae un poco del cielo, porque mi primer trabajo fue en Chiledeportes, en el departamento jurídico. No la busqué, pues la verdad es que me la ofrecieron y me tincó. Sonaba entretenido. De ahí me llamaron del Departamento de Personas Jurídicas del Ministerio de Justicia para hacer una pega específica relacionada con organizaciones deportivas. Pero el paso más decidido, el que verdaderamente hizo que me doliera la “guata”, fue cuando tomé la decisión de especializarme en el tema. Postulé al “FIFA Master” y quedé. A partir de ahí me dije: ya no hay vuelta atrás, aquí hay que jugársela por entero.

– ¿Cómo surge la posibilidad de trabajar para la FIFA y qué aprendizajes obtuviste de esa experiencia?
– Obviamente la plataforma o más bien vitrina me la dio el “FIFA Master”, que –dicho sea de paso– es una maestría muy entretenida. Te prepara en las áreas de historia, comunicaciones, gestión y derecho del deporte en tres universidades europeas: De Monfort University, Inglaterra; SDA Bocconi, Italia; y Neuchatel, Suiza.

Terminado el programa, todos postulaban a la FIFA y al Comité Olímpico Internacional. Yo lo hice tres veces a distintas áreas dentro de la FIFA y, por suerte, quedé en el Departamento del Estatuto del Jugador. Digo por suerte, porque el trabajo era 100% jurídico deportivo o, más bien, jurídico futbolístico. Este departamento hace las veces de un tribunal, que se encarga de resolver todos los conflictos que se generan a partir de las transferencias de jugadores.

Resultó ser tremendamente interesante y enriquecedor trabajar ahí. Aprendí muchísimo, logré una especialización en un tema súper importante en el fútbol y, además, me sirvió para generar lazos no sólo profesionales, sino que de amistad con mucha gente en la FIFA.

En lo personal fue realmente increíble. Me hice de muchos amigos, de distintas nacionalidades. Jugué mucho fútbol, esquié y viajé mucho (aunque nunca es suficiente). Además, Suiza es maravillosa. El sólo hecho de vivir ahí es una experiencia incomparable, pues te enseña a ver la vida de otra manera.

– ¿Cuál es tu actual actividad y cómo combinaste en ella todos tus aprendizajes anteriores
– Sigo ligado al deporte y a las leyes, no obstante haberme desvinculado del tema legal en un principio, ya que volví a Chile con un proyecto de beach soccer, al cual me dediqué casi el 100% durante los primeros 6 meses. Hoy dedico gran parte de mi tiempo a temas legales, muchos de ellos jurídico deportivos y tengo mi propia oficina. Hago clases de derecho deportivo, y presto asesorías a universidades y clientes particulares en materias ligadas al derecho deportivo. También me toca “picar piedras”, así es que asesoro a asociaciones y fundaciones, tema en el cual estuve muy vinculado debido a mi paso por el Ministerio de Justicia.

– ¿Crees que en Chile están dadas las condiciones para que esta vinculación entre ambos mundos (deporte y Derecho) se dé adecuadamente o necesariamente hay que especializarse fuera del país? ¿Qué habría que hacer para mejorar esta situación en el futuro?
– En Chile hay muy buenos abogados, incluso en el área deportiva, pese a la falta de fuentes de conocimiento disponibles. Es cierto que existen cursos de derecho deportivo en nuestro país, pero pienso que se nos hace muy difícil llegar al nivel de profundidad necesario para generar expertos, precisamente, por esta deficiencia que tiene la actividad en el país.

El deporte está híper desarrollado en Estados Unidos y Europa, así como todas las ciencias que lo rodean, entre ellas el derecho. Por esto, añadida la red de contactos que te genera a nivel internacional estudiar y trabajar afuera, no me caben dudas de que una de las maneras de mejorar esta rama del derecho en Chile es la especialización en el extranjero.