Abogado y bombero, la combinación perfecta

  • LWYR contactó a cuatro abogados chilenos, quienes se desempeñan en distintas Compañías de Bomberos. Ellos son Felipe Bacciarini, Luis Felipe Cano, Manuel Gajardo y Jorge García, con quienes conversamos para conocer sus experiencias e indagar acerca de sus motivaciones y reflexiones respecto de lo que significa ser un abogado/bombero en la actualidad.

Texto: Miguel Ángel Cruz, director editorial de LWYR.

Imágenes: Andrés Cabezas, para LWYR.

 

Popularmente se les conoce como «los chicos buenos», un apodo que recogió hace algunos años la banda chilena Sexual Democracia para convertirlo en el estribillo y nombre de una popular canción. Una especie de himno no oficial de esta institución que desde los albores de la Patria ofrece un invaluable servicio no remunerado, como es apagar incendios y rescatar a víctimas en situaciones de emergencia.

En sus filas han servido, a lo largo del tiempo, desde simples ciudadanos hasta  ilustres personalidades que han ocupado altos cargos dentro de la República. Algunos de ellos han sido destacados juristas, como Pedro Montt Montt, quien obtuvo el grado de abogado en 1870 en la Universidad de Chile mientras servía en la Sexta Compañía (entre el 29 de agosto de 1868 hasta el 16 de agosto de 1910), siendo elegido Presidente de la República en 1906.

Otro destacado jurista fue don Aníbal Pinto Garmendia, abogado y político, quien también fue elegido Presidente de la República y gobernó entre 1876 y 1881. Perteneció al Cuerpo de Bomberos a través del Directorio y fue Superintendente en 1884.

La lista suma y sigue, pero lo importante es destacar el vínculo que históricamente ha existido entre los abogados y el Cuerpo de Bomberos de Chile, una tradición que sigue hasta nuestro días impulsada por el interés de nuevos representantes del mundo jurídico.

En esta oportunidad, LWYR ha querido destacar a cuatro abogados chilenos, quienes se desempeñan en distintas Compañías. Ellos son Felipe Bacciarini (FB), Luis Felipe Cano (LC), Manuel Gajardo (MG) y Jorge García (JG), con quienes conversamos para conocer sus experiencias e indagar acerca de sus motivaciones y reflexiones respecto de lo que significa ser en la actualidad un abogado/bombero.

– ¿Cómo se convirtió en bombero?

Capitán Felipe Bacciarini.

(FB) Nunca había tenido el interés de ser bombero. De hecho, tampoco tuve un carro bomba de juguete cuando niño. Mi universidad está en la avenida República y frente a ella hay un cuartel de bomberos. El hecho de escuchar las sirenas cada vez que salía una emergencia, me llamó la atención. Le pregunté a un amigo de la universidad, que era bombero, sobre los requisitos y crucé la calle a tocar la puerta. Estaba en primer año, y aquí estoy. Lejos, la mejor decisión que he tomado.

(LC) Hace bastantes años que mi padre es bombero, por lo que desde pequeño conocí este mundo. En un comienzo, mi relación con los bomberos era bastante mala, ya que eran quienes me quitaban a mi padre en los almuerzos, los fines de semana, incluso en las vacaciones, cosa que –por supuesto– en ese minuto no entendía y generaba una envidia y odio por esta institución que ocupaba tanto el tiempo de mi papá.

Sin embargo, con el tiempo fui entendiendo el fanatismo y amor que mi viejo sentía por los bomberos y, de a poco, fui acercándome a ellos, acompañándolo, conociendo desde dentro a estos gallos que se metían al fuego sin pensarlo. En ese escenario, en el año 1999 ingresé como Brigadier (una especie de cadete) a la que, entonces, era la Compañía de mi padre. Luego de no encajar allí, estuve fuera por un tiempo. Pero mis ganas por ser parte de esta institución eran tantas, que en el año 2001 ingresé a la 20 como Brigadier, mi actual Compañía, y luego en abril del 2005 me convertí en Bombero. Hasta le fecha sigo allí y espero poder terminar mis días en esta Compañía, mi casa.

(MG) Cuando tenía dos años, llegué a vivir a Santiago en un pasaje ubicado frente a la Tercera Compañía de Bomberos de Santiago, en pleno Vicuña Mackenna, y desde el primer día fui familiarizándome con el sonido de las sirenas que a diario salían a los llamados y, según me cuentan mis padres, quedaba atónito ante el paso de la Bomba. Por el trabajo de ellos, nos cambiamos muchas veces de ciudad y en cada una de ellas vislumbraba de alguna forma el deseo de ser bombero algún día, conociendo cuarteles y actividades cívicas en las que aparecían bomberos. De vuelta a Santiago, y por temas de tiempo, decidí concentrarme en estudiar en la universidad antes de aventurarme a postular, pues sabía el demandante y exigente tiempo que involucra y, además, trabajaba procurando en mi tiempo libre, por lo que iba a ser difícil –pensaba yo– cumplir con esta labor.

Ya titulado, y a través de un amigo que fue Capitán, llegué a tocar la puerta de la Segunda Compañía de Bomberos “Esmeralda”, a la cual postule, ingresé y se convirtió en mi segundo hogar.

(JG) La verdad es un tema de tradición familiar. Desde que era niño en mi familia el mundo de los bomberos era algo bastante común. Tenía tíos y primos que eran bomberos en distintas compañías del Cuerpo de Bombero de Santiago y, por lo tanto, era habitual que en las sobremesas siempre se hablara de la “bomba” y sus diversas actividades.

Teniente primero Luis Felipe Cano.

Cuando llegó el momento en que tenía edad suficiente para postular, tomar la decisión de iniciar el proceso fue bastante simple. De hecho, creo que tenía la íntima convicción de que quería ser bombero antes de haber tomado aquella que me hizo ingresar a estudiar Derecho, por lo que contacté a uno de mis tíos con objeto de que me aconsejara al respecto. De eso ya han pasado casi 12 años.

Actualmente somos seis bomberos en mi familia y no pierdo la esperanza de que podamos ser más.

– ¿Fue difícil compatibilizar en su momento el estudio -y ahora el ejercicio profesional- con las obligaciones bomberiles?

(FB) No, siempre he tenido clara mis prioridades. Desde luego la labor bomberil no busca desarrollar el intelecto, pero un mejor profesional siempre podrá aportar más a cualquier institución, desde una mirada inclusiva de todos los temas que lo rodean. En ese sentido, he tratado de desarrollarme profesional y personalmente para crecer y, consecuentemente, ser un real aporte en la labor bomberil. Cuando uno quiere algo, siempre hay tiempo. En esta institución no sirven los vagos.

(LC) Sí, la verdad para mí fue difícil. Cuando estudiaba, debía cumplir tanto en la universidad como en la Bomba, ya que ambos –estudio y servicio– te piden y exigen tiempo. Pese a ello, pude de alguna manera compatibilizar la carrera con la bomba y tomar un ritmo que me permitió estudiar, sin dejar de lado lo que más me gusta, que es ser bombero.

Una vez que me puse a trabajar, privilegié siempre el trabajo y cumplir de la mejor manera con mis clientes. Finalmente, el derecho y a lo que me dedico (área laboral y corporativa), también es parte de mi vida y he trabajado duro para conseguir estar donde estoy y demostrar que soy un buen profesional. Como ha pasado el tiempo y he madurado, además de ya haber vivido bastantes cosas con los bomberos, uno ya sabe a qué cosas puede ir o debe ir, y si bien en mi trabajo actual tengo una holgura de tiempo envidiable, no dejaría votada la pega por alguna emergencia, porque sé que hay personas que están en el cuartel y podrán combatir la emergencia de igual o mejor forma que uno. Además, son bomberos (por lo general, estudiantes) que tienen mayor tiempo. Aunque, debo confesar, si fuera un incendio grande, haría lo posible por ir.

(MG) Creo que para ser un buen bombero, debes ser el mejor profesional que puedas lograr. Por ello, el trabajo debe ser la prioridad; de lo contrario no aportas la mejor versión de ti mismo a la Compañía, cuyo bienestar considero es el bien superior. Por lo mismo,  compatibilizar debe ir de la mano de un sano equilibrio del tiempo, que te permita cumplir con tu trabajo y con las obligaciones bomberiles. Es cierto que las ganas de correr a un incendio muchas veces son prácticamente irresistibles, pero la responsabilidad personal prima, pues una de las cosas que aprendes como bombero, es ser siempre responsable en cualquier actividad a la que te veas enfrentado y, dentro de ese campo, evidentemente está el ejercicio profesional.

(JG) Durante el tiempo que estudiaba en la universidad, creo que lo más difícil de compatibilizar no eran las obligaciones propiamente bomberiles con los estudios, ya que siempre se me dieron facilidades para que no los descuidara y pudiera terminar mi carrera de la mejor manera posible. Lo complejo siempre fue lograr dosificar la cantidad de tiempo que por mi propia voluntad decidía dedicar a las actividades propias de la “bomba” y a las que, muchas veces, no me encontraba obligado. Fue una época bastante entretenida, era miembro de la guardia nocturna y, por ende, siempre quería estar en todas.

Teniente tercero Manuel Gajardo.

Luego de titulado, y ejerciendo al cien por ciento la profesión, creo que he sido afortunado. Nunca he tenido problemas para compatibilizar mis obligaciones con la Compañía y mis obligaciones laborales, ya que habiendo trabajado tanto en estudios privados como en instituciones públicas, el orden de prioridades siempre ha estado claro, haciendo presente –además– que la propia institución entrega herramientas que permiten no caer en faltas por inasistencias cuando no es posible estar presente como siempre se quisiera. Uno debe entender que ser bombero es un privilegio, no es un favor. Uno tiene la obligación de cuidar la institución y eso también pasa por jamás utilizar las obligaciones bomberiles para justificar un incumplimiento de orden laboral. La disciplina y responsabilidad son principios que se imparten desde que se postula a ingresar a cualquier Compañía y ser un buen bombero y un buen profesional en ningún caso es algo incompatible.

– ¿Qué significa ser oficial de mando de una Compañía?

(FB) Es importante señalar, previamente, que todos los cargos de oficiales, ya sean administrativos o del mando activo, son elegidos anual y democráticamente por la asamblea, que es la Compañía completa congregada en una Reunión de Compañía. Actualmente, yo ejerzo el cargo de Capitán de una Compañía de Bomberos, que es el cargo más importante en el mando activo, tras los Comandantes, y cuya labor es la de dirigir y supervisar todas las maniobras dentro de una emergencia, como así mismo, velar por la seguridad de todos los bomberos que intervienen en ella, apoyando su trabajo en los Tenientes. Es un cargo que requiere de experiencia y demanda una enorme responsabilidad.

(LC) En la actualidad me desempeño como oficial de mi compañía, específicamente como Teniente primero. Soy el segundo al mando de mi Compañía después del Capitán. Mis labores básicamente son de mantener de la mejor manera posible las máquinas (carros bombas), el material que llevan (mangueras, hachas, equipos), entrenar y capacitar a los bomberos en el combate de incendios, y en las emergencias determinar las tácticas y estrategias a seguir para controlarlas de mejor manera con los equipos con que se cuenta.

Debo reconocer que el cargo y, en general, cualquier cargo dentro de bomberos, utiliza mucho más tiempo que el de un bombero normal, ya que se deben planificar las actividades y gestiones internas de la compañía. Somos los llamados a corregir actuaciones negativas que puedan realizar nuestros hombres y mujeres, debemos ser correctos en nuestro actuar y, por sobre todo, representar a nuestra Compañía y nuestra Institución, ya que somos la primera imagen ante nuestros clientes, que en este caso es la comunidad.

(MG) Fui electo en el cargo de Teniente Tercero y me corresponden las obligaciones de Capacitación de la Compañía. Esto es, encargarme y coordinar que todos los voluntarios se capaciten en los niveles mínimos que la ley marco asigna, como lo es el “bombero operativo”; así como también gestionar y supervisar la inscripción y aprobación de los voluntarios  de otros cursos de perfeccionamiento bomberil.

A mi juicio, ésta es una labor fundamental para el servicio de bomberos, ya que –si bien estamos nutridos de aprendizaje de nuestras tradiciones, en cuanto a apagar incendios en estructuras complejas y otras labores–­, éstas se han ido mezclando con la capacitación y academia bomberil estandarizada, con un entrenamiento constante y uniforme para todos los voluntarios. A tal punto ha llegado la importancia de la capacitación, que actualmente se encuentra en la Comisión del Senado un proyecto de ley que otorgará cinco días al año a los bomberos para que puedan asistir a distintos cursos de capacitación, sin verse en la necesidad de pedir vacaciones o permisos especiales en sus trabajos para poder asistir.

Jorge García.

– ¿En qué momento, como bombero, le ha ayudado ser abogado? Y a la inversa, ¿cuándo el ser bombero ha sido un plus ejerciendo la profesión?

(FB) Ser bombero no sólo involucra apagar incendios, también hay  labores que no requieren intervenir en una emergencia, sobre todo cuando se trata de labores que comprenden relaciones interpersonales o interinstitucionales. Ser abogado entrega herramientas que te permiten interactuar en cualquier ámbito social. Probablemente ser abogado, también facilita tomar decisiones en una emergencia, porque sabes cuándo puedes estar transgrediendo alguna normativa.

A la inversa, ser bombero sensibiliza la mirada profesional y te permite congeniar con quien acude a nosotros en busca de una solución.

(LC) Ser abogado me ha ayudado bastante en como afrontar situaciones que he vivido como bombero. Por una parte, siento que nuestra profesión te da herramientas que otras profesiones no tienen, como una comprensión de lectura detallada y prolija, atención a cosas y hechos que pueden pasar desapercibidos para otros, a ver los detalles en toda situación, a escuchar con atención y a entender que todos tienen un punto de vista distinto y que tienen derecho a defenderse. En ciertas reuniones que tienen los bomberos, en la cual se deben juzgar o sancionar (actuar como juzgado) por ciertos actos o hechos realizados por los bomberos, ser abogado da una mejor apreciación de la causa, de los hechos y de cómo tratar a los bomberos, además de lograr sacar la verdad a la luz.

Por otra parte, al menos para mí, ha sido una herramienta positiva para analizar nuestros estatutos, para ayudar a reformarlos de mejor manera, pero –por sobre todo– a ser prudente en las decisiones, en la forma y aunque la emergencia o la situación sea grave y descontrolada, me ha servido para dar las instrucciones claras o el apoyo preciso y guiar firmemente a mis bomberos.

Por otra parte, el ser bombero me ha entregado experiencias que como abogado no tendría, y que me han servido para el mundo laboral. Como mantener la calma ante adversidades o dificultades, poder pararme frente a muchas personas y dirigirlas o dirigirme a ellos con mayor fluidez y seguridad. Además, los conocimientos técnicos que he adquirido con bomberos me han servido para dar respuestas técnicas a clientes en ciertas materias y manejar otras esferas de conocimiento que, si no fuera por ser bombero, no tendría.

(MG) La disciplina que te entrega la profesión ha permeado, sin duda, mi personalidad y esto se ha traducido en que uno de los pilares fundamentales de un bombero es la disciplina; con ella es posible realizar un agotador trabajo, pero que te provoca infinito bienestar. El correcto trabajo obedece a una metódica disciplina, propia del aprendizaje legal; así como también el análisis crítico de muchas situaciones que son problemáticas;  la resolución de las mismas en muchas ocasiones, en los llamados, pueden obedecer a la estructura de resolución de problemas propias del diario vivir del abogado.

A la inversa, creo que el “trabajo en equipo” es la frase que responde a la pregunta. Los bomberos somos una cadena de trabajo en equipo, que actúa cohesionadamente y con un objetivo en común. En mi ejercicio como abogado, me he dedicado mayoritariamente a ser in house, razón por la cual, debo trabajar muchas veces interdisciplinariamente con otros profesionales, a fin de lograr los objetivos trazados por la organización.

Felipe Bacciarini.

(JG) Ser abogado me ha ayudado para entender la forma en que funcionan los organismos disciplinarios internos de la Compañía y la Institución. Esto me ha permitido, junto a otros voluntarios, proponer algunos aportes desde la óptica legal que buscan acercar los procedimientos sancionatorios internos con los principios orientadores del debido proceso y el derecho a defensa. Esto también se traduce en el hecho de que, en mi calidad de oficial de Compañía, me ha tocado integrar juntas de oficiales sancionatorias con objeto de conocer las faltas disciplinarias de los voluntarios y, para estos efectos, la formación jurídica ha sido de gran utilidad.

Actualmente me desempeño como abogado en la Fiscalía de Flagrancia y Primeras Diligencias de la Fiscalía Regional Metropolitana Oriente y, sin lugar a dudas, mi formación como bombero me ha sido de gran utilidad. En ese sentido, y atendidas las características de mi trabajo, saber trabajar en equipo es fundamental. Es un trabajo intenso, con turnos, donde se ponen a prueba tanto los conocimientos jurídicos como la tolerancia y la capacidad de trabajar bajo presión constantemente. Ser bombero, de una u otra forma, te forja carácter, te acostumbras a enfrentar situaciones complejas y sacarlas adelante como sea, por lo que mi trabajo es muy parecido a lo que cualquier bombero vive diariamente.

– ¿El financiamiento de bomberos es un tema de políticas públicas o del mundo privado? ¿Algún ejemplo interesante en la experiencia comparada?

(FB) Es importante señalar que Bomberos de Chile es una institución de derecho privado que cumple una función pública y que, previo a la dictación de la Ley 20.564 del 2012, su asignación anual de fondos mediante la ley de presupuestos del sector público era una decisión entregada a la mera voluntad del gobierno de turno. Así las cosas, Bomberos de Chile se ha financiado desde sus albores con presupuesto privado, hasta llegar a lo que hoy tenemos que es un financiamiento mixto. Los recursos entregados por el Estado a la Junta Nacional de Bomberos no alcanzan para cubrir todas las demandas de material que requiere la Institución, por lo cual es necesario recurrir a los privados, particularmente a los ciudadanos que, mes a mes, financian la más noble y genuina labor que sobrevive en nuestra sociedad, de quien está dispuesto a entregar todo a cambio de nada.

El Cuerpo de Bomberos de Santiago es una de las instituciones bomberiles líderes a nivel continental, donde vienen delegaciones de toda la región a capacitarse. El profesionalismo de sus integrantes y del servicio que presta es reconocido en todo el mundo. El próximo año vendrá una nueva campaña económica, donde esperamos que más socios contribuyan al desarrollo de esta institución.

(LC) Complementando el aporte que da el Estado para todos los bomberos de Chile, el Cuerpo de Bomberos de Santiago recibe aportes municipales según las comunas que atiende. Estos aportes sirven para solventar las necesidades del servicio y comprar equipos de protección personal para los bomberos y material de rescate, incendios, materiales peligrosos, entre otros.

Asimismo, está el aporte que cada bombero realiza, que se trata de una cuota (cuota que es diferente en cada compañía) que el bombero debe pagar mensualmente. Además de donaciones que puedan realizar las empresas. Por último, y como aporte de gran importancia, está el que realizan nuestros socios colaboradores, es decir, la gente común y corriente que nos aporta mensualmente.

Luis Felipe Cano.

Pese a que durante los últimos años, nuestros colaboradores se han portado muy bien con bomberos y nos apoyan constantemente, personalmente creo que debiese existir una partida presupuestaria del Estado que considere un mayor monto para el aporte de bomberos. Es decir, realizar una política pública que logre generar, a la postre, que el Estado genere recursos que puedan entregar a bomberos, que sirvan para cubrir el recambio de las máquinas de acuerdo a las necesidades del sector, poder comprar equipos y uniformes ad hoc con las realidades y los tiempos, y –por sobre todo– para capacitar a todos nuestros bomberos, logrando un estándar en cuanto a conocimientos. No estoy de acuerdo en dejar el voluntariado, ya que es el corazón de nuestra institución, pero sí que los aportes hagan más fácil y más llevadera esta tarea.

(MG) El financiamiento es un tema que siempre va a tener muchas y disímiles opiniones por el carácter voluntario de nuestra institución y que actualmente combina ambos sistemas de financiamiento. Sin embargo podemos vislumbrar que éste es insuficiente para cubrir la totalidad de los gastos que involucra la operativa bomberil a diario, en donde la adquisición de material, el desplazamiento de las máquinas, las capacitaciones, el recurso humano administrativo y/o rentado, han obligado a que cada Cuerpo de Bomberos busque una modalidad para aumentar el ingreso privado, el del vecino o la comunidad.

Pese a este mecanismo, no hay que dejar de atender que el carácter de los Bomberos es voluntario y eso no ha sido obstáculo para su funcionamiento y financiamiento. Por ende, si en algún momento la estructura de financiamiento se modifica vía regulación legal, jamás debiera afectar o modificar su esencia de institución voluntaria.

(JG) A mi juicio no hay soluciones perfectas y absolutas a este respecto. Claramente el aporte estatal es fundamental en el desarrollo de una actividad de la naturaleza que desarrollan los cuerpos de bomberos alrededor del mundo y eso no escapa a la realidad nacional y es algo que necesariamente debe existir.

Sin perjuicio de lo anterior, soy un convencido de que la autodeterminación e independencia en materia de financiamiento es un derecho adquirido, particularmente en el modelo de los Cuerpos de Bomberos que integran nuestro país. Por ejemplo, el próximo año el Cuerpo de Bomberos de Santiago llevará adelante una nueva campaña económica que busca captar socios cooperadores que aporten de acuerdo a sus capacidades. Los ingresos que por este concepto corresponden a un porcentaje no menor de su financiamiento y es por eso que esta actividad genera un gran despliegue y participación de todos quienes integramos la Institución.

– ¿Cuál es su mayor satisfacción como bombero?

Manuel Gajardo.

(FB) Ver a un niño feliz, cuando él cree que un héroe debajo de un gran traje y casco, se acerca a saludarlo. ¿En alguna emergencia? Sólo la satisfacción del buen trabajo realizado y, si eso ayuda a salvar una vida, mucho mejor.

(LC) Mi gran satisfacción es poder terminar la pega de buena forma, poder controlar la emergencia de la mejor manera y saber que se cumplió con el deber. Mirar a quienes has rescatado o a quien le apagaste el incendio y que –con sólo la mirada– ya te está dando las gracias. Ese simple gesto es para mí una satisfacción enorme.

(MG) Ser bombero ya es una satisfacción por sí misma. Pero si buscamos algo más concreto, creo que hasta ahora sería haber sido miembro de la Guardia Nocturna “Fernando Waymann” de mi querida Segunda Compañía. La guardia la conforma un grupo de voluntarios que se compromete obligatoriamente a estar en el cuartel de 12:30 a 7:00 am cada día, levantándose en las noches a los distintos despachos a que es llamada la Compañía, muchas veces pasando de largo hasta la hora de ir a trabajar. Esta oportunidad vivida, sin duda, es algo invaluable.

(JG) Quizás la mayor de las satisfacciones es una de orden espiritual, es sentir que eres parte de una institución autónoma, independiente y que es, a mi juicio, el mayor de los  ejemplos de una sociedad civil que se organiza en pos de materializar el más profundo y sincero deseo de servir a los ciudadanos que la componen. Es la materialización de un discurso desinteresado y la más alta prueba de que cuando existe voluntad de hacer las cosas bien, sin duda es posible.

– ¿Cuál es su mayor satisfacción como abogado?

(FB) Si bien no es de abogado, ¿hay un momento más feliz que aprobar el grado?

(LC) Me considero una persona justa y, por lo mismo, busco que las cosas que se hagan tiendan a ser justas. En ese sentido, mi profesionalismo apunta a realizar mis labores de la mejor manera posible, pero buscando la justicia y equidad. Me importa dar respuesta a mis clientes y asesorarlos, pero siempre buscando lo correcto y lo que se debe realizar, sin pasar a llevar a otros. Es mi forma de trabajar y mi estampa, y mis clientes agradecen que sea de esa manera y franco a la hora de medir riesgos y buscar alternativas. No pretendo ni ando buscando los resquicios o vacíos legales para perjudicar a otros, pero sí busco las verdades jurídicas y el correcto actuar para representar, defender o asesorar a mis clientes.

Jorge García.

(MG) He vivido muchos momentos de satisfacción, que me hacen querer mucho a esta profesión, pero en general, trato de dejarlas atrás. Es una especie de aplicación de los adagios o mandamientos de Couture: “Concluido el combate, olvida tan pronto tu victoria como tu derrota”.

Sin embargo, y muy propicio para esta entrevista, lo constituye un hecho que no me atañe, pero que sí me vincula y da una satisfacción bastante particular. Lo percibo cada vez que paso por el subterráneo del edificio de tribunales, donde se encuentra la galería de los presidentes que ha tenido la Excelentísima Corte Suprema. Ahí, luce un cuadro del ex Presidente del Máximo Tribunal, don Carlos Varas Herrera, único ministro que es retratado con un uniforme de bombero, y en la cual se puede apreciar que luce orgullosamente en su pecho la estrella de la Segunda Compañía “Esmeralda”.

(JG) Ser parte del sistema público y aportar desde esa vereda en el acceso igualitario, eficaz y oportuno de todos los ciudadanos a la justicia penal.

 

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Ficha personal

Nombre: Felipe Bacciarini González.

Edad: 29 años.

Universidad de egreso: Universidad Diego Portales.

Área de especialización: Derecho administrativo.

Compañía: Undécima Compañía del Cuerpo de Bomberos de Santiago, “Pompa Italia”.

Cargo: Capitán.

Actividad actual: Abogado en la Ilustre Municipalidad de Maipú.

Un profesor que recuerde de la Universidad: Todos, pero por ser bomberos Gonzalo Figueroa Yáñez y Jerónimo Carcelén Pacheco.

Serie o película de abogados: Más bien me quedo con un personaje, Tom Hagen, de «El Padrino».

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Ficha personal

Nombre: Luis Felipe Cano Münchmeyer.

Universidad de egreso: Gabriela Mistral UGM.

Actividad actual: Abogado estudio BC&MC Law and International Business Consulting.

Un profesor/a que recuerde de la universidad: Salvador Mohor.

Serie o película de abogados: Philadelphia.

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Ficha personal

Nombre: Manuel Gajardo León.

Edad: 36 años.

Universidad de egreso: Universidad Andrés Bello. (Master of Bussiness Law, Universidad Adolfo Ibáñez).

Área de especialización: Derecho comercial.

Compañía: Segunda Compañía “Esmeralda” del Cuerpo de Bomberos de Santiago.

Cargo: Teniente tercero.

Actividad actual: Abogado asesor corporativo.

Un profesor que recuerde de la universidad: Jorge Mario Quinzio Figuereido.

Serie o película de abogados: En el nombre del padre. [/box]

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Ficha personal

Nombre: Jorge Andrés García Sepúlveda.

Universidad de egreso: Universidad Central (Dipl. Derecho Penal PUC, Mg. Derecho Penal UAH).

Actividad actual: Abogado asistente en la Fiscalía de Flagrancia y Primeras Diligencias de la Fiscalía Regional Metropolitana Oriente.

Un profesor/a que recuerde de la universidad: Mario Garrido Montt, profesor de Derecho Penal.

Serie o película de abogados: Suits.

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