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Pamela Meléndez

Por Pamela Meléndez Madariaga

Abogada, licenciada de la Universidad de Chile y durante este año y el próximo he dejado los escritos e investigaciones realizadas en el Tribunal Calificador de Elecciones, para dar paso a plumones, pizarras, salas de clases y principalmente estudiantes. Ingresé a Enseña Chile, fundación que cree que el actual problema de la educación es sistémico y que para solucionarlo se necesitan de acciones desde distintos ámbitos de la sociedad.

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Soy abogada, licenciada de la Universidad de Chile y durante el 2012 y este año decidí dejar los escritos e investigaciones realizadas en el Tribunal Calificador de Elecciones, para dar paso a plumones, pizarras, salas de clases y principalmente estudiantes.

Ingresé a Enseña Chile, fundación que cree que el actual problema de la educación es sistémico y que para solucionarlo se necesitan de acciones desde distintos ámbitos de la sociedad. Por eso, en pos de aportar a la disminución de la brecha educacional del país, recluta a profesionales de distintas carreras, para que trabajen como profesores por dos años en colegios insertos en sectores de alta vulnerabilidad, y así conocer en terreno las debilidades y oportunidades del sistema educacional, para que luego de los dos años, puedan seguir impactando el sistema educativo, pero ya desde el ámbito público o privado.

¿Cómo llegué a esto?, creo que sentí que no podía continuar observando y no ser parte de las transformaciones sociales, políticas y culturales que Chile necesita y que muchos demandan. Vi la piscina y me lancé.

Si pienso en algún fundamento que emane de mi experiencia en Derecho, me nace mencionar que nuestra Constitución Política describe a Chile como una República democrática y consagra que las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos, que la familia es el núcleo fundamental de la sociedad, y que el Estado reconoce y ampara a los grupos intermedios. Por mi experiencia personal y académica creo profundamente en ello y en especial en aquello llamado democracia, en el sentido del triunfo del derecho sobre la fuerza, de la equidad sobre el privilegio, de lo colectivo sobre lo particular, del respeto al prójimo sobre su atropello, de la calidad sobre la cantidad, de la justicia sobre la injusticia y del conocimiento por sobre la ignorancia. La materialización del ideal democrático nos dirige inequívocamente a la convivencia, tolerancia y cooperación entre los ciudadanos para el progreso general, sin olvidar que vivimos en sociedad y que todo lo que hagamos, aunque sea en la esfera más privada, repercute tarde o temprano en el otro.

Al convertirme en profesional me transformé en responsable no sólo de definir mis creencias, sino también de defenderlas y llevarlas a cabo. Una de ellas es la ya citada “democracia” y ¿no es la educación el principal medio de materializarla? La más alta de todas las obras políticas se transformaba en mi respuesta.

Comparto con Enseña Chile el profundo anhelo de que todos puedan elegir y que llegó el momento de involucrarse –ahora- en el aula. Esta organización me muestra un camino efectivo para generar el cambio, casi desesperado, en aquellos que no pueden esperar.

¿Por qué integrarme a este equipo?, ¿por qué ser profesor?, mas me pregunté y ¿por qué no? Me cansé de preocuparme, cuando ya puedo ocuparme, considero que la vida me dio la posibilidad de optar, que existen grandes desafíos y todos tenemos capacidades para colaborar en la solución.

El primer año.

Ingresé en marzo de 2012 como profesora de Historia, Geografía y Ciencias Sociales, después de meses de preparación, un montón de expectativas y el libro del 8°B, mi curso de jefatura, bajo el brazo. Como profesora de historia, quiero desarrollar en mis estudiantes conocimientos y habilidades que les permitan comprender su entorno social, para que en condiciones de igualdad orienten su actuar crítico y responsablemente, reconociéndose como sujetos históricos capaces de discernir sus opciones, trazar planes a futuro, generar cambios y aptos de participar activa y responsablemente en los diversos niveles de la sociedad. ¿Cómo hacerlo?, ése es el desafío.

La experiencia de los primeros meses me deja en claro que este reto no es sólo académico, involucra un cambio de mentalidad y expectativas del estudiante, su familia y el círculo que apoya y rodea la educación.

En este periodo vienen a mi mente un sin número de momentos que marcaron este primer año y que dan cuenta de trabajo, frustración, asombro, decepción, esperanza y alegría, pero no me quiero detener en esos instantes por temor de desviar la atención de aquello que verdaderamente tendrá trascendencia, es decir, cuál es el impacto de esta experiencia en mis estudiantes y cuál es el impacto a largo plazo en el sistema educativo. Obviamente aún no tengo la respuesta, no creo que existan recetas mágicas para dar solución a los problemas que aquejan a la educación de Chile en la actualidad, pero si me permito dar unos primeros lineamientos, de aquello que me inquieta de la realidad de nuestras salas de clases.

Estudiantes, familias, profesores (sueldos-formación), equipo directivo, estructura, currículum académico, necesidades especiales, adicciones, violencia, redes de apoyo, expectativas, rol del Estado, fiscalizaciones, entre otros, son los conceptos que se involucran en los problemas actuales. Respecto a ellos hay algunas ideas que empiezo a esbozar. Familia, el actual sistema educativo demanda un rol determinante de la familia en el éxito de los estudiantes, ¿qué ocurre si ella no se encuentra? Ya sea porque los padres eluden su obligación o porque la demanda de un sueldo involucra extenuantes jornadas de trabajo. Las Adicciones, amenazan y coartan la libertad de nuestros niños y adolescentes, los programas de prevención son muchas veces inadecuados e insuficientes, siendo casi nulos aquellos que se enfocan en la rehabilitación, que conforma la realidad de los llamado “casos perdidos”, niños que terminan delinquiendo y siendo los dolores de cabeza de nuestro sistema procesal penal, que se enfoca en acortar la edad de la responsabilidad y con un SENAME que no pasa la prueba para solucionar el problema. Currículum y estructura, aunque es claro que el currículum nacional es necesario, también lo es su adaptabilidad para sectores vulnerables, me hace mucho sentido los colegios técnicos pero que den “verdaderas” posibilidades de inserción laboral, también el fortalecimiento de las artes y deportes, para la educación en las habilidades blandas en convivencia y disciplina. Rol del Estado, requiere una redefinición, creo fervientemente en la educación pública, quizás una analogía lo refleje: ¿por qué la defensa nacional y local no se encarga a los privados?, quizás es un bien común tan preciado que no resiste la prueba que permita correr el riesgo de entregar su administración a un sector no público, es decir, debido a la trascendencia del bien público y común en juego, el Estado no corre riesgos en delegar la administración debido a que el peligro de corrupción provocaría tal desastre que es preferible no correrlo, pero aquello no ha significado que exista la legítima posibilidad de crear empresas que se dediquen al rubro, como apoyo o subsidiarias, pero todos sabemos quién es el responsable de “cuidarnos” y velar por nuestra seguridad, el Estado ¿No pasará lo mismo en educación? ¿No será demasiado el riesgo que corren generaciones enteras? ¿Ya no ha sido bastante el riesgo?

Titulé este artículo “para hablar, hay que vivirlo” y lo pienso así, hoy hablo porque estoy en la sala de clases, pero todos hemos pasado y pasaremos por esa “sala”, ya sea como estudiantes, apoderados o académicos, y por ello espero que hablemos y nos involucremos desde nuestros distintos roles para así contribuir en la solución, generar una sociedad más justa, equitativa e inclusiva, si usted lo vivió, hable y actúe.

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