Inteligencia artificial y el impacto en el ejercicio del derecho

Por Enzo Canales

Abogado de la Universidad Católica y Diplomado en Reforma Laboral del IEJ. Es socio y director del área de Derecho Laboral y Pensiones de CMS Carey & Allende. Su ejercicio profesional se concentra en asesoría sobre cumplimiento normativo laboral, negociación colectiva, juicios laborales, expatriados y seguridad social. Recomendado en Chambers and Partners, The Legal 500 y Latin Corporate Client Choice Awards (Lacca).

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En enero de 2017, McKinsey Global Institute, centro de investigación perteneciente a la reconocida consultora estratégica global McKinsey, publicó un reporte[1] en el cual estudia el impacto de la automatización en 54 países. La publicación concluye que la mitad del trabajo actual debería estar automatizado para el año 2055, proceso que se podría adelantar o atrasar 20 años, dependiendo de diferentes factores.

En el caso chileno, el estudio calcula que en el sector retail el 51% del trabajo que allí se realiza tiene el potencial de ser automatizado, mientras que en las manufacturas el potencial de automatización es del 61%, y en el área de “administración y sector público” el reemplazo por sistemas automáticos puede afectar al 40% del trabajo que hoy ofrece.

Por otro lado, Citibank[2] ha señalado que tan sólo en China el 77% de los empleos se encuentra amenazado por la automatización, y que el promedio de la OCDE es de un 57%.

Esto claramente tendrá efectos relevantes en toda la sociedad. Así, la educación tendrá que adaptarse a las nuevas exigencias del mercado laboral y existirán oficios que irán desapareciendo, en especial los que requieren trabajos mecánicos y repetitivos.

Respecto a la abogacía, los cambios no parecen ser tan dramáticos, ya que McKinsey[3] estima que tan solo el 23% del tiempo de los abogados es automatizable, mientras que un estudio conjunto del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y la Escuela de Leyes de la Universidad de Carolina del Norte[4] concluye que tan sólo un 13% de las labores de los abogados puede ser suplida por computadores.

La inteligencia artificial, a su vez, ha generado un gran interés en las grandes firmas de abogados, pero hasta ahora ésta se utiliza básicamente en labores de búsqueda de información, revisión de contratos y procesos de due diligence, pues los clientes ya no están dispuestos a pagar grandes sumas de dinero para que los abogados recién titulados realicen labores rutinarias.

Así, por ejemplo, Dentons, una firma con más de 7.000 abogados a nivel mundial, creó un departamento de innovación legal tecnológica, denominada Nextlaw Labs. A su vez, CMS, Freshfields, Deloitte, Kemp Little, y otras grandes firmas utilizan un sistema denominado Kira, que puede leer cientos de documentos complejos, analizando y estructurando la información para que pueda ser examinada. Este mismo sistema se utiliza para los procedimientos de due diligence, pues permite revisar en segundos cientos de contratos, hacer resaltar sólo la información relevante, e identificar los riesgos con mayor rapidez que lo haría un grupo de abogados estudiando los mismos antecedentes.

Este mismo sistema ha probado ser útil en revisar y escanear qué documentos serán relevantes en un juicio, pero otras labores de abogados, tales como el dar consejo a clientes, generar estrategias, escribir reportes legales, negociar y apersonarse en tribunales, parecen estar lejos de lo que puede ser automatizable, por ahora.

Otro sistema, denominado Ross Intelligence, permite a los abogados de Estados Unidos tipear una consulta y luego recibir numerosos ejemplos de lo que ha ocurrido en juicios previos en todo el país, estimando un ahorro de tiempo de abogados de un 30%.

Por otro lado, desde el punto de vista de los litigios, un sistema de inteligencia artificial creado por académicos del University College de Londres, y las universidades de Sheffield y Penssylvania pudo predecir los resultados de cientos de casos revisados por la Corte Europea de Derechos Humanos, con una probabilidad de éxito de un 79%. No obstante lo anterior, sus críticos indican que este sistema sirve solo para identificar patrones en general de los juicios, que pueden producir ciertos resultados, pero ello no significa que ello pueda reemplazar a los jueces o abogados[5], pues el sistema es incapaz de comprender los matices de los argumentos que se presentan en los litigios.

Si bien el sistema de inteligencia artificial mencionado en el párrafo anterior no parece representar una amenaza actual a la labor que desempeñamos los abogados litigantes, se estima que sí podría tener un impacto a futuro, pues una empresa podría determinar la posibilidad de éxito de su caso en determinados tribunales y, en el evento de que la predicción no sea favorable, buscar un acuerdo directamente con la contraparte, sin presentar su demanda (o la contestación, según sea el caso).

En síntesis, hasta ahora no existe una amenaza real para nuestra profesión por parte de la inteligencia artificial, sino que más bien ésta debe entenderse como una herramienta de ayuda para alcanzar mayor eficiencia en trabajos rutinarios, a diferencia de lo que ocurre en otras áreas en donde se espera una pronta automatización.

[1]Informe disponible en: https://www.mckinsey.com/~/media/McKinsey/Global%20Themes/Digital%20Disruption/Harnessing%20automation%20for%20a%20future%20that%20works/MGI-A-future-that-works-Executive-summary.ashx
[2] https://www.oxfordmartin.ox.ac.uk/downloads/reports/Citi_GPS_Technology_Work_2.pdf
[3] https://www.mckinsey.com/business-functions/digital-mckinsey/our-insights/four-fundamentals-of-workplace-automation
[4] httpss://www.nytimes.com/2017/03/19/technology/lawyers-artificial-intelligence.html
[5] https://www.bbc.com/news/technology-37727387