Empresas familiares: ¿una nueva especialidad del derecho?

Por Patricio Pohl Fernández.

Abogado por la Pontificia Universidad Católica de Chile. Máster en Asesoría Jurídica de Empresas del IE (Madrid). Actual socio de Pohl Salgado Cariz Abogados. Dentro de sus áreas de práctica destaca la asesoría permanente a family offices y familias empresarias.

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Las empresas familiares constituyen en sí mismas un mundo complejo al mezclar el negocio que desarrollan con la realidad de la familia propietaria o controladora, y, por lo mismo, presentan grandes desafíos para quienes las asesoramos, dado que nos obligan a comprender tanto la operación del negocio como la dinámica de la familia, llevándonos a grados de compromiso que no se ven en empresas que no presentan este “factor familiar”.

Reconocidas internacionalmente como elemento fundamental de la economía, las empresas familiares están presentes en todas las áreas productivas, destacando su contribución a la generación de empleo y la estabilidad que proporcionan a sus trabajadores, con ventajas competitivas tales como un mayor compromiso, la voluntad de permanencia con orientación a largo plazo y en algunas ocasiones una buena reputación asociada a un apellido de prestigio). Cabe destacar además que en este tipo de empresas suelen ser fuente de nuevas experiencias emprendedoras, ya sea del mismo fundador de la empresa como de otros miembros de su familia, y, finalmente en numerosas ocasiones proporcionan más espacios para las mujeres, incluso en cargos directivos.

Ahora bien, una empresa familiar en la que destaque una orientación a permanecer y donde el gen del emprendimiento pueda transmitirse en forma efectiva desde el fundador a las siguientes generaciones podría dar origen a una familia empresaria, que no solo mantenga el negocio original como medio de subsistencia para la misma familia y sus colaboradores, sino que tienda a la creación de más riqueza, entendida como nuevos proyectos empresariales. Además de la voluntad de permanencia y esa inquietud emprendedora, otros factores que contribuyen a consolidar tanto la empresa familiar como otros negocios son de naturaleza jurídica, esto es el diseño de una estructura o gobierno familiar y la planificación de la incorporación de los miembros de la familia que sean un real aporte, aspectos donde los asesores legales adquieren relevancia.

Llegados a este punto, conviene señalar que cuando hablamos de empresas familiares y en particular de familias empresarias tendemos a pensar en grandes empresas con potentes marcas asociadas, marcas que incluso suelen coincidir con el apellido de la familia propietaria o controladora de la empresa o grupo de empresas, y olvidamos aquellos casos en que el emprendimiento es la fuente de ingresos para la familia propietaria, muchas veces la única fuente,  y que en una etapa de crecimiento puede dar oportunidades laborales a terceros extraños a la familia, no es descabellado pensar que si la ferretería familiar del barrio es bien administrada puede derivar en otros negocios y mayores ingresos para la familia.

Sin embargo, no todo es positivo en el caso de las empresas familiares, puesto que aun cuando tengan una estructura bien organizada, la superposición de los roles en la propiedad, dirección o gestión de la empresa, puede llegar a producir situaciones de conflicto en la misma empresa que irremediablemente se transmiten al seno de la familia, generando quiebres o afectando la armonía familiar.

Por lo mismo, el consejo del abogado de cabecera de una familia empresaria muchas veces sobrepasa el contenido jurídico, y alcanza a la realidad familiar y sus conflictos, tratando de ponderar el profesionalismo ganado en las escuelas de Derecho con factores emocionales, que juegan un rol gravitante. En más de alguna ocasión deberemos propiciar que el conflicto se resuelva privilegiando a la familia por sobre la performance y el éxito del negocio.

Quienes nos dedicamos a este tipo de asesoría debemos estar preparados para presenciar -literalmente- escenas de conflicto, roces y muestras de desconfianza mayores incluso que en otro tipo de negocios, hasta que el fundador de la empresa o uno o más miembros de la familia -según la etapa de desarrollo en que se encuentre la empresa- solicite nuestra opinión o consejo, resultando muchas veces que corramos el riesgo de perder la paciencia ante posiciones que tienden a extremarse, a menos que -como ya se dijo- uno de los miembros de la familia ceda en pos de la armonía familiar, o que, en un muy buen escenario el consejo del abogado sea valorado y acatado.

De lo anterior deviene una mayor exigencia de presencia de habilidades socio-emocionales (blandas) en el abogado de una empresa familiar, capacidades que pueden marcar la diferencia en esta asesoría y que incluyen la habilidad para escuchar y empatía, asertividad, orientación al servicio, la adaptabilidad, el autodominio y la resilencia, todos particularmente apreciados por este tipo de cliente.