Demanda universitas

Por Eduardo Hidalgo.

Abogado por la Universidad de Carabobo, Venezuela.

“El Derecho se ejerce pensando, y se aprende estudiando”

Carnelluti.-

Baches en la Toga.

Cuando uno se titula de abogado, no es creer que se tiene la ley en nuestras manos, sino es buscar el espíritu y razón de ella. Y en esa búsqueda debe permanecer limpia y pura nuestra alma abogadil e, incluso, sacrificar con esmero en la praxis su impoluta presencia, no solo a los Tribunales, sino llevarla a las calles y lugares para hacer de la justicia el bien común deseado y esperado.

Sabemos que lo Metajurídico también en su esencia es eso. La Ética y Moral del abogado deben sostenerse y objetivarse en cada proceso judicial donde se intervenga, sea como demandante o demandado. Pareciera normal que fuera una norma que se interioriza, como es la de lograr un triunfo efímero en cualquiera de los casos que se nos presenta o encomienda. ¡¡Y no es así!!

No se trata de competir, ¿quién es el mejor?, sino de ejercer el derecho con la entera conciencia y el sentido común a nuestros ideales morales. Esto se determina no en las aulas de la universidad, sino que se purifica en el hogar y transciende en el ejercicio profesional, porque la toga nos persigue y se afianza a nuestra piel. Y lo peor es que toda nuestra conducta de acción u omisión será sancionada sin clemencia por nuestra conciencia jurídica de por vida.

Por tanto, no me limitaré a enunciar un decálogo o unas normas éticas, porque no se trata de resaltar o creer utópicamente en ellas, porque si el Alma Mater existe, pues es ella, la sombra de nuestros actos, y lo trémulo de cualquier caso encomendado fortalecerá lo ético y sublime de nuestra propia personalidad, sin mirar en primacía el dinero, porque siempre habrá una recompensa o satisfacción dineraria o no, a sabiendas que la mayor de las satisfacciones de un profesional, es la de ejercer su actividad libre de intereses. Y ¡¡claro!!, lograr el triunfo que sea, en pro de la justicia y de la seguridad jurídica, tomados como juicios estimativos de valor, ante cualquier circunstancia extrajudicial o Judicial.

Por eso el clamor social es de tener una justicia no anquilosada en la conciencia de un Juez, que no la interpreta o aplica con criterio ajustado al derecho, pudiendo así provocar resentimientos que eliminan y mutilan la convivencia de ciudadanos a ideales políticos negados a la esencia del Derecho como fenómeno y factor sociológico, y no llenándose en consecuencia los espacios deseados de la sabiduría jurídica con sentencias inapelables e inoficiosas.

Porque ellos mismos –con pírricas excepciones– también olvidaron los principios esenciales de Voltaire, Montesquieu, Rousseau y del mismo Augusto Conte. La barbarie los ha contaminado y los vistió con harapos sucios y pestilentes, osando en dar interpretaciones -a leyes y normas mediocres y/o lucrativas-, que van en contra del bien común y la seguridad jurídica en igualdad de condiciones y en equilibrio de la prueba.

La toga, así ha quedado en la ruina, llena de baches y olvidada en el rincón de la desidia.

Y termino, con un poema de mi autoría:

Toga mía!! Te he dejado colgada!!

Oh!! Túnica negra, acudo a ti para llenarme de luto en los espacios vacíos de mi inteligencia.

Como extraño tu textura Kafkiana sin remiendos, ni fisuras….!!

Alma Mater, como añoro tus aulas, escaleras y pasillos.

Tu pizarra, aquella que -en alegoría- escribiera hasta la saciedad “la pureza del espíritu jurídico”.

Hoy, aquí lejos de ti!! Solo tengo en mis manos el birrete como escudo, para permanecer atento y vigilante del humanismo como ideal jurídico y pretendido ante la sala plena de mis sentimientos!!