Camilleri y Montalbano

Por Jimena Rodríguez Donoso.

Abogada por la Universidad de Chile. Con estudios de doctorado en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Profesora de Derecho económico y regulatorio en la Universidad Mayor.

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Los que amamos la novela negra estamos de luto: en Julio pasado murió, a los 93 años, uno de los escritores europeos más leídos y amados, no sólo por los italianos: Andrea Camilleri. Sus primeros años se desempeñó como guionista y dedicado al mundo de la televisión y el teatro. Autodenominado como un escritor tardío – su primera novela, Il corso delle cose, la publicó a los 53 años – alcanzó a escribir más de 100 libros hasta el momento de su muerte, aún cuando se encontraba casi ciego en el último tiempo, afectado por un glaucoma. Según él, esta pérdida de la vista lo hizo recuperar sus otros sentidos, varios de ellos adormecidos con los años y por los 80 cigarrillos diarios que fumó hasta el final.

Sin perjuicio de su prolífica obra, el personaje que lo hizo famoso fue el del detective siciliano, Salvo Montalbano, nombrado en honor al también autor español Manuel Vásquez Montalbán, creador del renombrado detective Pepe Carvalho. Camilleri expresaba que, para crear al personaje, tuvo como modelo inmediato al inspector Maigret, de Georges Simenon.  Negándose a seguir el modelo de detective privado norteamericano, Montalbano nació como un funcionario público, inteligente, hombre de palabra, pragmático, culto, y muy poco ortodoxo cuando de resolver casos se trata.

Además de buen lector, Montalbano es un amante de la comida siciliana. Ya sea disfrutando de las preparaciones que le deja en casa Adelina, la señora que le ayuda con las tareas domésticas – destacan sus arancini-, o frecuentando las diversas tratorías en Vigàta o sus alrededores, el comisario goza tanto la buena mesa que prefiere comer solo, para no distraerse de los sabores que paladea.

Personajes entrañables lo acompañan en sus investigaciones: su mano derecha, Fazio, quien lo desespera con su afán de anotar datos inútiles, y el subcomisario Mimì Augello, gran amigo, pero carente de olfato policíaco. Y Livia, su eterna novia, que vive en Génova, y con la que nunca llega a concretar matrimonio.

La acción de las novelas se desarrolla, principalmente, en Vigàta, pueblo imaginario ubicado en la provincia de Montelusa, que, en realidad, corresponde a Porto Empédocle, ciudad natal de Camilleri. Pero Montalbano vive en el cercano pueblo de Marinella, a la orilla del mar, donde nada cada mañana.

El éxito de las aventuras del siciliano fue tal que la RAI creó dos series inspiradas en el comisario: Il giovane Montalbano, de 7 episodios entre 2012 y 2015, protagonizada por Michele Riondino (a quien habrán visto en un papel secundario en la serie televisiva El misterio del agua), e Il Commissario Montalbano, que se emite desde 1999, con doce temporadas a su haber, la última de ellas del año pasado, que ha sido vista por más de 10.000.000 de personas. Esta última  lanzó al estrellato a Luca Zingaretti, quien da vida a Montalbano, convirtiéndolo en el actor mejor pagado de la televisión italiana por este papel.

Camilleri dejó escrito con anticipación el último libro que da vida a Montalbano, para ser publicado postmortem: Riccardino, título que se encuentra desde hace un tiempo ya en manos de su editorial de siempre, la palermitana Sellerio. Afortunadamente, el autor también anticipó que el comisario no muere y mientras Montalbano recorra las calles y tratorías de Vigàta, Camilleri seguirá con nosotros.