“Me defino como un defensor a ultranza de una igualdad que no excluye”

El abogado cubano español Liván Soto González se ha convertido en un destacado activista de los derechos del colectivo LGTBI+ en España y toda Europa. Pero lo ha hecho no sólo desde la vereda jurídica, sino también desde otros ámbitos de integración, como es el deporte.

Texto: Miguel Ángel Cruz, director editorial de LWYR.

Imágenes: Cedidas.

Negro, gay y migrante son sólo algunos de los aspectos que encarna en sí mismo el abogado cubano/español Liván Soto González, elementos que en su conjunto pueden generar con cierta facilidad una serie de estereotipos de exclusión.

Luchar contra esa realidad, que aún está muy presente en nuestros países latinoamericanos, y romper con esa percepción ha sido uno de los objetivos que se ha planteado este profesional nacido en La Habana, Cuba.

Su posterior experiencia de vida en países como Dominica y Sant Marteen -una de las Antillas Holandesas- antes de su llegada a España, le hicieron ver que la exclusión está presente en todo el mundo en mayor o menor medida.

Hoy está instalado en España, donde llegó a estudiar un Máster en Estudios de Género y Mujeres. Ya convertido en ciudadano español. se siente muy orgulloso de vivir en Andalucía, una comunidad que le guarda mucho cariño a Cuba y su gente. Allí ha logrado formar una familia y definitivamente es el sitio al que llama hogar.

– Es abogado, deportista y activista. Vamos a lo primero, ¿por qué Derecho y dónde estudió?

– Estudié Derecho en la Universidad de la Habana, Cuba, donde compaginaba una intensa actividad como líder estudiantil con mi pasión por el deporte, dentro del ámbito universitario. De pequeño siempre me había llamado la atención la literatura y los temas relacionados como la igualdad en los contextos sociales. Acercarme al Derecho me dio la oportunidad de indagar en aquellos ámbitos de discriminación social muy latentes en Cuba, como son los motivos asociados al género, condición social, identidad de género u orientación sexual.

Desafortunadamente, las respuestas vinculadas a estas realidades sociales no encontraron respuesta durante mis años de estudiante, pues estos temas no forman parte de los currículos académicos de los programas de Derecho. En el último año de la carrera comencé a tener una actitud más proactiva, lo cual me llevó a matricularme en cursos sobre estudios de mujeres y género. Fue allí cuando me acerqué a los estudios de las masculinidades, los cuales me sirvieron para dar una explicación y argumentación académica a cuestiones que no pude encontrar mientras estudiaba Derecho.

– Es deportista de alto rendimiento y ha participado en los Juegos Gay Games de París 2018. ¿Desde cuándo hace deporte y qué disciplina practica?

– El deporte ha sido una realidad familiar, pues mis hermanos y mi padre han sido deportistas. Es por ello que desde pequeño nos apuntamos en muchos deportes, de ahí a que al día de hoy lo mismo pueda jugar al tenis, vóleibol, esgrima o atletismo.  

Es desde los 14 años que practico atletismo de forma profesional, al clasificarme para el equipo nacional escolar en lanzamiento del peso (de la bala). Este fue un hecho que marcó mi vida, en tanto supuso separarme de mi familia para dedicarme más seriamente a esta modalidad del atletismo. Fui varias veces campeón nacional y, en el ámbito internacional, llegué a obtener medallas a nivel panamericano. Al llegar a Europa he continuado entrenando, lo cual me ha permitido convertirme desde 2008 en campeón absoluto en los Eurogames y Gaygames.

– Además del deporte y el Derecho ha derivado en el activismo por los derechos LGTBI. ¿Cómo llega a ellos y cuál es su labor en la actualidad y a través de qué plataforma?

– Esta pregunta indudablemente me lleva a la máxima planteada por Kate Millet de “lo personal es político”, pues el conocer desde muy pequeño no solo la realidad de muchas personas que se identifican como LGBT, sino también reconocerme como parte de este colectivo, fue despertando en mi esa conciencia de que hay cosas que deben cambiar y algunas de ellas puedo y debo ser yo mismo quien en primera persona promueva esos cambios positivos.

Recuerdo que, tras graduarme en Derecho, comencé a trabajar en el Centro Nacional de Educación Sexual en Cuba como el primer asesor jurídico de Mariela Castro, lo cual fue todo un aprendizaje, pues mi labor tenía incidencia en aquellas personas que venían buscando una respuesta jurídica ante las distintas situaciones de discriminación, principalmente fueron gays y personas trans. Allí conformé la primera delegación de Cuba que participó en una Conferencia Mundial de ILGA World y también participé en la redacción de la primera consulta a la Asamblea Popular sobre a la necesidad de una Ley sobre personas trans en Cuba.

Mi labor como activista ha tenido diferentes etapas, pero lo cierto es que siempre me ha acompañado esa necesidad por construir espacios y entornos más seguros para gente de nuestra comunidad, sin estar cerrado o ignorar como la discriminación nos atraviesa de forma interseccional sumando aspectos de nuestro sexo, condición social, origen, edad o color de piel. 

Ahora, mientras concluyo mi Doctorado en Derecho, participo en el desarrollo de una política deportiva inclusiva a través de Diversport, el primer club deportivo inclusivo en el sur de España (Andalucía), pero también a través de Europa al formar parte del Comité Ejecutivo de la European Gay & Lesbian Sport Federation. También colaboro con ILGA-Europe en calidad de experto jurídico, especialmente en la redacción del informe Anual que cada año analiza la situación de los derechos humanos en Europa.

Aunque si de algo me puedo sentir orgulloso es haber dirigido al equipo jurídico que redactó la Proposición de Ley que fue presentada en el Congreso de los Diputados en 2018, a fin de reconocer el Derecho a la autodeterminación de género de las personas trans, una realidad todavía pendiente de resolver en España.

– ¿Cómo analiza hoy la situación del colectivo LGTBI en Europa y, particularmente, en España? Desde América Latina vemos que lo han conseguido todo. ¿Qué más falta?

– Bueno, lejos de esa impresión de que todo está bien en Europa, hay algunas cuestiones que debemos apuntar en torno a los derechos y situación de las personas LGBTIQ+. Es cierto, existe un progreso en lo legislativo y social en algunos contextos, pero esta impresión no es completa y precisa.

Los avances que se constatan hoy en Europa son cada vez más frágiles, mientras que los retrocesos de derechos son estructurales con efecto inmediato en la vida de este colectivo. Hoy convivimos en una Europa con un aumento del discurso de odio, a menudo realizado por figuras públicas/políticas con total impunidad (Polonia, España, Azerbaiyán, Bielorrusia, Bosnia y Herzegovina, Bulgaria, Chipre, Portugal o Turquía por mencionar algunos países). Resurgen los asesinatos y las torturas de gays y lesbianas en Chechenia, mientras que la violencia policial es sistémica en otros países europeos.

En los países donde existe legislación vigente, no hay suficiente compromiso político para garantizar una implementación o destinar los recursos económicos efectivos. Personas LGBTI abandonaron países como Albania, Bosnia y Herzegovina, Tayikistán y Turkmenistán y buscan cobijo en otros países de la Unión Europea que consideran más seguros, ello sin olvidar los problemas a los que se enfrentan aquellas personas que buscan protección internacional por motivo de identidad de género u orientación sexual, quienes continúan enfrentando el maltrato de las autoridades, incluida su ubicación en alojamientos peligrosos donde no tienen en cuenta su estado como persona LGBTI+.

La situación en España no es muy distinta. Existen avancen en el ámbito autonómico, donde encontramos leyes que protegen de forma integral a las personas LGBTIQ+ contra las discriminaciones. También existen leyes que protegen de forma específica a las personas trans e, incluso, reconocen el derecho a la libre autodeterminación de género. Sin embargo, estas normativas carecen de una implementación que se traduzca en políticas de igualdad y diversidad. Todavía queda mucho por conseguir si queremos hablar de una igualdad real de las personas LGBTIQ+ en España.

– En una época donde el péndulo se ha movido a la intolerancia y a los populismos, ¿cómo ve el resurgimiento de los movimientos raciales en Estados Unidos y la situación de discriminación que están viviendo los afrodescendientes?

– Es una situación lamentable, un problema que muchas de las sociedades europeas no asumen como algo suyo y, por lo tanto, no están dispuestas a mantener un debate abierto, sincero y plural, que intente arrojar luz a cómo podemos construir espacios más interseccionales, más igualitarios, pero donde el criterio de igualdad pase por considerar cuestiones como la desigualdad racial como un eje desde cual se estructuran muchas de las violencias con las que convivimos al día de hoy. 

El Black Lives Matter (BLM) nos hace pensar en la representación que históricamente han tenido los cuerpos y las vidas de las personas negras, personas que son pensadas desde cierta peligrosidad por el solo hecho de existir, circular y transitar por los espacios públicos. El racismo social e institucional no es un hecho aislado, las demandas de estos colectivos dejan de ser amplificados en los medios de comunicación, como si éste no fuera un problema de estas sociedades. El racismo no sólo tiene lugar en los Estados Unidos. 

Es complejo enfrentarse a un día a día, convivir junto a un colectivo donde vemos que cuestiones como la raza o las condiciones socioeconómicas de gran parte de nuestra comunidad no forma parte de la agenda política por la que se lucha. Nos enfrentamos a un problema de no representación, pero también ante un no cuestionamiento de esa ausencia de cuerpos y personas negras en la política e instituciones públicas. El debate de la inclusión al que asistimos hoy nos habla de hombres y mujeres a quienes se les asigna un sexo, género, una orientación sexual, una edad, pero al que se le presupone blanco y europeo.

Personalmente, soy optimista. Pienso que el camino hacia la igualdad debe comenzar en uno, sabiendo que ese mundo que queremos cambiar comienza por aquellas personas entre las que tu voz encuentra eco y se amplifica. Por ello utilizo mis redes sociales para sensibilizar y mostrar cómo podemos ser mejores aliados de la lucha antirracista. Pero ésta debe ser una responsabilidad individual y continua. De poco me sirve que una vez al año compartas una imagen en negro y me digas que te importa la vida de las personas negras, si luego no eres capaz de consumir, escuchar y aprender de sus vivencias, sus historias. O si luego pones en cuestionamiento la discriminación a la que se enfrentan.  

No podemos identificarnos como feministas o defensores de la igualdad y dejar fuera a personas LGBTIQ+ o personas negras. Esos modelos igualitarios que funcionan como maquinaria de exclusión social deben ser puestos bajo todo cuestionamiento. Me defino como un defensor a ultranza de una igualdad que no excluye. Soy negro, gay, migrante y me siento orgulloso de serlo.

FICHA TÉCNICA

  • Nombre completo: Liván Soto González.
  • Universidad donde estudió: Universidad de la Habana (Cuba), Universidad de Granada (España). Universidad de Hull (Reino Unido).
  • Ramo preferido de la universidad: Derecho Civil.
  • Un/a abogado/a español a quien admire y por qué: Charo Alises, por su profesionalismo y activismo.
  • Una ciudad de vacaciones: Bangkok.
  • Tu deporte favorito: Lanzamiento del peso (de la bala).